Alejado de todo el bullicio que invade Eivissa durante los meses de verano y rodeado de naturaleza, Can Curreu es el hotel rural con más solera de la isla, ubicado en la localidad de Sant Carles. En total, y según las estadísticas del Observatori del Turisme, en Eivissa hay siete hoteles rurales y 24 agroturismos.


La casa original data de 1800 y el nombre procede de los tatarabuelos del propietario, Vicent Marí: “Ellos tenían la explotación de las minas de Sant Carles y vivían en esta misma casa. Se dedicaban a llevar lo extraído de la mina al puerto de Eivissa con carros tirados por caballos. Cuando volvían de la ciudad subían las sacas de correo y comestibles, de ahí el nombre”, explica Marí.


Este establecimiento, que abrió sus puertas en 1997, contó con la licencia de Agroturismo 001 de Eivissa y Formentera. En 2008, con las mejoras realizadas, obtuvieron la licencia de hotel rural. A lo largo de estos años se ha ido reformando respetando siempre los elementos característicos de su construcción y de su entorno con el fin de convertirse en un lugar donde es posible desconectar durante los meses estivales más estresantes de esta isla. Para ello, el hotel rural cuenta con un spa, piscina y restaurante abierto a todo el mundo, aunque no se hospede allá. Es otra forma de dar a conocer el lugar a los residentes. A esta oferta también se le suma la posibilidad de realizar excursiones a lomos de los equinos que se encuentran en las cuadras de Can Curreu, disfrutar de un menú degustación o relajarse en un circuito termal, entre otras opciones. Y todo esto durante los doce meses del año.

LA IDEA. El propietario de Can Curreu explica que tras viajar por el mundo se dio cuenta de que la gente buscaba lugares especiales, con un trato más personal, escapando de los grandes hoteles. Así surgió la idea de hacer un hotel “con encanto, integrado en la naturaleza y respetando las tradiciones ibicencas”. Pero con los años han proliferado también los establecimientos “engañosos”, que dan “muy mala imagen a la isla”.
Can Curreu, con sus 18 años de trayectoria, acoge a una clientela fiel que llega de “todas partes del mundo, tanto nacional como mucha clientela local”. “Lo más valorado son las instalaciones, que están muy integradas en la naturaleza, la calidad de nuestros productos y el servicio personalizado”, resalta Marí.


Aún así, el propietario reconoce que no es rentable abrir los doce meses del año por un simple motivo: la falta de vuelos y comunicaciones con el exterior. “Las pocas combinaciones que hay son muy caras”, sentencia. Para Marí, la solución a la estacionalidad pasa por la unión de todos los empresarios y el gobierno para “hacer una gran campaña para animar a la gente a conocer la isla todo el año”. De hecho, Marí va más allá. “Para recoger hay que sembrar. Nosotros llevamos 18 años abiertos todo el año y ahora empezamos a recoger frutos”.
Aún así, Marí encuentra un lado positivo: “Gracias a la aceptación de los residentes podemos abrir todo el año, haciendo un gran esfuerzo para ofrecer lo mejor a la gente de Eivissa y Formentera y poniendo a su disposición diferentes paquetes al alcance de todos”, concluye Marí.