El Malakoff era un vapor francés que se hundió frente a las costas de Menorca el 2 de enero de 1959. Actualmente es uno de los mejores puntos de buceo de la isla.

Si el entorno natural de Menorca la convierten en un destino privilegiado por la belleza de sus playas o su paisaje, su fondo marino alberga todavía tesoros mayores que unos pocos buceadores han visitado y que ahora pretenden poner en valor. El Proyecto Malakoff, que toma su nombre de uno de los pecios más interesantes que existen bajo las aguas de Menorca, busca potenciar la biomasa que rodea la isla, conservando o incluso creando refugios de protección y reproducción para la vida marina, con el fin de atraer el turismo de buceo nacional e internacional.

Son muchos los factores que confluyen para pensar en el atractivo que puede suponer abrirse a este tipo de turismo no solo de verano, ya que a las aguas cristalinas que rodean Menorca, se le suman unas temperaturas, atmosféricas y marinas, mucho más elevadas que la de países como Alemania, Inglaterra o Rusia, donde se concentran mayor número de amantes del buceo. Cada año se registran unos 20.000 nuevos buceadores en España y unos 500.000 en todo el mundo, cifra que aumentará en los próximos diez años hasta los 14.000.000 de buceadores activos en todo el mundo.

ORIGEN. Miquel Anglada y Enric Adrian son dos ciutadellencs que llevan prácticamente veinte años descubriendo el fondo marino, una de sus pasiones, y no solo realizan inmersiones en la costa de Menorca sino que lo hace en diversos lugares del mundo. Enric es animador gráfico y Miquel tiene una carpintería. El hecho de conocer de primera mano diferentes hábitats submarinos y la relación directa entre la intervención humana y la riqueza de sus fondos, los llevó a la conclusión de que aquí hacía falta proteger los diferentes pecios existentes e incluso fomentar el hundimiento de otros nuevos con fines tanto ecológicos como de promoción turística.

Anglada, además, ha editado y publicado recientemente un libro acerca del hundimiento del Malakoff con el que puso al descubierto los misterios de su naufragio. “Lo que hace tan diverso algo que en apariencia es un único paisaje, sin duda lo debemos atribuir a la vida que lo habita, que aporta sentido al fondo marino y una gran belleza en constante cambio. Dependiendo de la época del año y de las condiciones del mar, el buceador puede observar diferentes comportamientos de las especies que utilizan el pecio como refugio, como lugar de caza, de fecundación o para desovar”, explica Anglada. Y así es como nació esta iniciativa que ha empezado a recorrer su camino para hacerse realidad.

MALAKOFF. El Malakoff era un barco de vapor francés de 4.500 toneladas de carga que cubría la ruta entre Marsella y Argelia. Se hundió la noche del 2 de enero de 1929 frente a la costa de Menorca, después de impactar en el escollo del Gobernador a consecuencia de la niebla, que no les permitió divisar el faro de Artrutx. Perecieron 33 tripulantes y tan solo sobrevivieron seis personas, que fueron rescatadas al límite de sus posibilidades. El pecio se encuentra a 820 metros de la costa suroeste, entre es Talaier y Cala Turqueta, a una profundidad de 38 metros. Después de haber sido parcialmente recuperado en 1954, perdió su silueta original aunque gran parte de la parte inferior del casco se mantiene intacta. De ella fluyen cientos de varillas de metal retorcido que atraen a multitud de bancos de peces. “El Malakoff es uno de los mejores puntos de buceo, sino el mejor de la isla. Hemos hecho más de sesenta inmersiones sobre sus restos, ya que se encuentra a un fondo asequible para cualquier buceador con experiencia”, explica Enric. Aunque se trata de un modelo de pecio que ya funciona como ecosistema y como atracción turística, está en peligro de desaparecer si no se hace algo para preservar su vida, su memoria y sus restos, según los promotores de esta iniciativa que suma el interés ecológico, cultural y turístico.

RECOGIDA FIRMAS. En una primera fase del camino iniciado que busca la protección del Malakoff a través de una legislación que prohíba cualquier actividad pesquera en el entorno del pecio, tanto profesional como recreativa, se está llevando a cabo una campaña de concienciación enfocada a diferentes sectores profesionales, como las cofradías de pescadores o los club náuticos, así como también entidades ecologistas y culturales para buscar su apoyo en el proyecto.

“Ya nos hemos reunido con algunas de ellas y han recibido la iniciativa con buenos ojos porque entienden que es un beneficio para Menorca”, explica Miquel Anglada, que considera prudente avanzar con todo el consenso posible en este proyecto. También se han reunido en el Consell Insular de Menorca con el conseller de Agricultura, Pesca y Medio Ambiente, Fernando Villalonga, que les ha transmitido su apoyo, y la semana que viene tiene una reunión con la consellera de Turisme, Salomé Cabrera, para exponerle las ventajas turísticas que puede suponer este tipo de turismo. A través de la página web que tienen abierta en internet (projectemalakoff.es) están recogiendo también adhesiones de las asociaciones y empresas especializadas en turismo de buceo que existen, así como más de un centenar personas que, a título individual, han firmado a favor del proyecto. Si el objetivo de proteger el Malakoff prospera, el segundo objetivo es extender este modelo a siete de los pecios que se encuentran cerca de la costa de Menorca. Para la creación de esta red de barcos hundidos alrededor de la isla pretenden hacer un inventario, tomar fotografías e ilustrar mapas con el fin de realizar informes de cada pecio y crear un catálogo uniforme que muestre la idea de un circuito de pecios donde realizar un buceo de gran calidad.

TERCERA FASE. El único inconveniente es que solo tres de ellos son aptos para buceadores no avanzados y por ello, una tercera fase de su proyecto quiere ampliar la red hasta quince, creando nuevos arrecifes artificiales que permitan extender el interés turístico a más poblaciones de la isla. Actualmente otros destinos turísticos como Las Palmas, Vizcaya o Gandía también están creando arrecifes para acercar a los buceadores a sus aguas. “De naufragios ha habido muchos a lo largo de la historia, pero los pecios que se conservan son de los últimos siglos, construidos en hierro. Ello no quiere decir que todavía no se conserven embarcaciones antiguas en el fondo marino pero debido a su composición ha sido más difícil su conservación, así como su conversión en un arrecife”, apunta Anglada.

La mayoría de los pecios no se conservan enteros porque hasta la década de los años 80 los barcos hundidos se vendían para desguace y reventa del hierro. Cuando dejó de ser negocio, se dejaron de extraer, y por eso el fondo del mar de Menorca alberga barcos enteros como el Ocean Diver (a 26 metros y hundido en Son Bou en 1991), el Georgia K (a 95 metros y hundido el 25 de noviembre de 1992 en la zona de Cavalleria), el Santa Clara (a 45 metros y hundido en 1986 en s'Algar), así como el Francisquita (a 49 metros y hundido en 1952 en Punta Nati) o incluso un transatlántico de 130 metros de eslora que se encuentra partido por la mitad a 120 metros de profundidad en Favàritx y que se hundió el 10 de enero de 1942. “El Malakoff es una maravilla pero el pecio más espectacular que he visitado fue el Georgia K, a 97 metros de profundidad, donde pude ver perfectamente el puente de mando, la torre y las bodegas”, detalla Anglada. Respecto a los aviones, hay constancia de por lo menos dos: un bombardero alemán (un Junkers JU 88 A-4) de la Segunda Guerra Mundial hundido en s'Algar en 1943, cuando sus pilotos desertaban del ejército nazi; y un hidroavión del ejercito franquista (un Cant Z-506-B) hundido en el Canal de Menorca. Es evidente que el patrimonio marino de la isla es bastante rico para promover y proteger.