El máximo premio del jurado presidido por el director holandés Paul Verhoeven fue para «Teströl és lélekröl» ("On Body and Soul», de la directora Ildiko Enyedi, una película sobre dos seres aparentemente inhabilitados para el amor, hasta que descubren que, noche a noche, comparten el mismo sueño.
La plata al mejor director fue para Kaurismäki, el preferido de la crítica con su historia de un sirio de Alepo al que las autoridades niegan el asilo, pero encuentra refugio entre una de esas constelaciones típicas en ese realizador, formada por ciudadanos de rostro impertérrito.
Otra plata, la del Gran Premio Especial del Jurado fue para «Félicité», el retrato de una mujer a la que nada detiene, una opción asimismo acorde con la vocación de cine reivindicativo de ese festival.
«Una mujer fantástica», dirigida por el chileno Sebastián Lelio, ganó el Oso al mejor guión, obra del director y de Gonzalo Maza, con una historia alrededor del rechazo social a una transgénero.
Lelio regresaba a la competición en Berlín apuntalado en el éxito logrado en 2013 con «Gloria» -Oso de Plata a su actriz, Paulina García- y se fue con otro galardón para esta valiente coproducción entre Chile, España, Alemania y Estados Unidos.
La película obtuvo, asimismo, el premio Teddy a la mejor película de contenido LGBT del festival y una mención especial de los premios ecuménicos, ambos otorgados por jurados independientes.
Los Osos de Plata a las mejores interpretaciones fueron para el austríaco Georg Friedrich, por su papel de padre atribulado en busca de vías de diálogo con un adolescente en «Helle Nächte» ("Bright Nights"), y para la de actriz coreana Kim Minhee, por «Bamui Haebyun-Eoseo Honja» ("On the Beach at Night Alone").
La decisión a favor del actor se veía como una concesión al cine anfitrión, puesto que la película, dirigida por Thomas Arslan, no estuvo entre las mejor acogidas del festival.
En lo que respecta a su colega coreana, se puede interpretar como un reconocimiento a Hong Sangsoo, quien junto con Kaurismäki acudía a la Berlinale como director de culto y un gran favorito a premio.
Hubo galardones para rostros jóvenes del cine, como la española Carla Simón, mejor ópera prima del festival con «Estiu 1993» , además de gran premio especial del jurado en la sección Generation Kplus, exaequo con la coreana «Becoming Who I Was», de Chang-Yong Moon.
Fue un palmarés compensado, entre compromiso político y apuesta cinematográfica, en una ceremonia en que hubo muchas alusiones críticas al presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y a otros «chicos decididos a destruir el mundo», en palabras del director de la Berlinale, Dieter Kosslick.
Lelio hizo subir al escenario a su actriz, Daniela Vega, «mi mujer fantástica», dijo, además de puntal de una película que hace bandera del respeto a la diversidad sexual.
El mexicano Esteban Arrngoriz Julien recordó a los estudiantes de Ayotzinapa al recoger la plata al mejor cortometraje por «Ensueño en la Pradera», mientras que Alain Gomis pidió justicia para Theo, el joven que se ha convertido en símbolo contra la violencia policial en Francia, por la agresión sufrida en un control policial.
La Berlinale había abierto ya en clave reivindicativa, con el actor y director mexicano Diego Luna, miembro del jurado, quien al inicio del Festiva aseguró que estaba dispuesto a aprender de los berlineses cómo derribar un muro, en alusión a la política migratoria de Trump.
Otro miembro del jurado, la actriz estadounidense Maggie Gyllenhaal, llamó asimismo en el arranque a la «resistencia» contra Trump y el ánimo combativo fue la tónica dominante en un festival, de por sí con reputación de político.
La mayoría de las 18 aspirantes incluidas a competición tenían algún tipo de reivindicación en su interior.
Los principales aportes de presencias estelares sobre su alfombra roja, como Catherine Deveune, Robert Pattinson y Hugh Jackmann, procedieron de películas fuera de concurso.
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