Existe poca gente tan polifacética como Chris Martos. Abogado, cantante, actor y dramaturgo. Su creatividad, lejos de menguar con los años, parece ir en aumento. En unos meses se estrenará su obra de teatro La última luz del día en el Teatro España, que dirigirá junto a Miguel Molina. La semana pasada culminó la grabación de su segundo trabajo discográfico, titulado Déjà vu y que verá la luz en las próximas semanas. Su vocación por la abogacía siempre ha discurrido en paralelo por su vocación artística, que durante dos meses y medio hizo que se dedicara en cuerpo y alma a preparar este disco, con el que trabajó a pleno rendimiento con Joan Barbé, que ha grabado la totalidad de los instrumentos de este disco.
-¿Cómo ha nacido este segundo trabajo discográfico?
-Joan (Barbé) y yo nos sentamos para hablar del disco porque yo tenía claro que, por mi momento personal, era el momento de ‘parir' el segundo disco. Pese a que quería que continuara en la línea rock del primer disco, quería que tuviera una tensión más suave, por decirlo de alguna manera. A partir de ese momento empezamos a trabajar con las bases, las melodías y las letras. Además, me ha pillado en un momento en el que me ha tocado viajar mucho, así que la mayoría de las canciones han sido compuestas en aeropuertos, bares de estaciones...
-Para componer, ¿es mejor tirar de realidad o de imaginación?
-En este caso hay de todo (risas). Hay fuentes de inspiración cercanas, hay realidades y hay mundo interior. Me inspiro en el universo de las relaciones humanas.
-¿Cuánto tiempo le ha supuesto tener este ‘Déjà vu'?
-Ha sido un ‘sprint' de trabajo. Desde septiembre hasta el 20 de noviembre se ha creado el disco desde cero. Letras, música, grabación de instrumentos, de voces y mezclas... Le dedicaba 24 horas al día porque, cuando estoy componiendo, estoy muy receptivo y, en cualquier momento, cuando me viene la inspiración puedo crear una canción.
-¿Necesita unas condiciones especiales para componer?
-Necesito estar inspirado. Aunque sí que es cierto que hay lugares y momentos, como cuando estoy en el aeropuerto, que te permiten estar fuera del mundo y pasar desapercibido. En ese paso, a mí me salen muchas canciones. Siempre estamos en camino hacia la muerte o en camino de enamorarnos, de desenamorarnos y el aeropuerto es precisamente el lugar que te permite llegar a otro sitio. Así que en el bar del aeropuerto o en una esquinita donde se ven llegar y despegar los aviones, en un lugar donde todo está en movimiento me resulta fácil componer en ese momento transicional.
-¿Por qué eligió este título?
-Cuando compongo y creo música siempre pongo interés en las partes que pasan desapercibida, pese a que las letras hablen de historias cotidianas, tengo la convicción de que hay códigos secretos. Déjà vu es una manera de recordar al que escucha el disco que, si la escucha una vez puede parecerle una canción cotidiana pero que, si profundiza en el contenido, el que tenga ganas descubrirá más lecturas.
Aura onírica
La portada del disco ha sido diseñada por el ibicenco Tristan Belenguer, que en estos momentos culmina sus estudios. «Le hice la propuesta y le conté que en mi cabeza yo veía tres caras, tres expresiones mías y este ha sido el resultado, que me gusta mucho», explicaba Chris Martos.
En esta portada están representados tres estados humanos con los que el artista tiene que lidiar, «la fuerza, la inspiración y el análisis, llevado incluso al examen», según señala él mismo. Se trata de un análisis profundo de las relaciones humanas, del amor, el desamor y la muerte, que quedan plasmado en las letras, compuestas por el propio Martos.
Sin comentarios
Para comentar es necesario estar registrado en Periódico de Ibiza y Formentera
De momento no hay comentarios.