Su fama, como sobrino del artista Rafael Tur Costa y hermano del pintor Carlos Tur Costa, le precede. Sin embargo, Toni Tur Costa decidió hace algunos años, que su trayectoria artística transcurriría por derroteros distintos al de su familia. Tras licenciarse en Bellas Artes y formarse en Artes Digitales y Realidad Virtual en Barcelona, fundó la empresa Eidola, dedicada a mezclar arte, informática y electrónica. Fue esta compañía con la que emprendió el proyecto de museización de la iglesia de Sant Antoni, creando un cortometraje, junto a Enrique Villalonga, y una instalación que recreaba la historia del templo.
Ahora, mientras compagina su tarea como docente, su carrera continúa en la línea de explorar en los universos artísticos de lo imposible. De su trayectoria se desprende una constante voluntad didáctica en la que consigue unir arte y tecnología en forma de videoinstalación, videomapping, circuitos y programas informáticos que consiguen crear mundos de fantasía. «Siempre he intentado unir mi vertiente artística y humanística con la tecnológica y científica mediante la creación de obras que contengan algo de ambos aspectos», asegura el artista ibicenco que añade: «Me interesa seguir una línea en la que mi trabajo pueda ser destinado a un público infantil y que pueda enseñarse el arte de una manera lúdica».
Destinatarios
«Mis proyectos son multidisciplinares porque aglutinan muchas cosas distintas y te permiten trabajar con gente muy diversa», explica Tur Costa sobre su obra, tan heterogénea que resulta harto complicado definirla brevemente. «Mi objetivo es lograr acercar mi trabajo a las escuelas y desarrollar contenidos determinados para diferentes proyectos de divulgación de arte», señala.
Varios de los proyectos en los que trabaja actualmente le han llevado a trabajar en disciplinas en las que no interviene en la tecnología. «Ahora mismo tengo pendientes varios experimentos de los que me gusta hacer en el taller y a los que se les puede dar, o bien un fin comercial o una salida artística, en la colección de un museo, por ejemplo», explica Tur Costa refiriéndose al estudio que realiza actualmente sobre mecánica con el fin de conseguir la construcción de robots o esculturas móviles.
Su método de trabajo le lleva a compaginar diferentes proyectos en cada momento. «Igual me despierto un día y salgo a hacer fotos, o una pintura o una escultura. Aunque, evidentemente, un impulso que surge una mañana puede suponer un año de trabajo hasta completar su desarrollo», apunta el artista que concluye: «Lo que yo pretendo es salirme de la línea».

Más allá de lo tangible
Una de las vías creativas en las que Tur Costa pone más empeño es el de la realidad aumentada. «Te pones delante de una pantalla que es un espejo con una tarjeta en la mano y ves que de la tarjeta salen objetos virtuales con los que puedes interactuar», explicaba el artista que asegura que, este tipo de tecnología pronto será habitual en la mayoría de teléfonos móviles.