Grabaciones, una media de 60 conciertos anuales alrededor del mundo y una cátedra que imparte en Zaragoza forman parte del día a día de la violinista ibicenca afincada en Madrid, Lina Tur Bonet. Esta especialista en Bach combina el violín barroco y el moderno y, además, se aventura a mezclar disciplinas artísticas en su última aventura, que ha titulado Música Alchemica. «Alquimia es una palabra muy importante para mí», relata la ibicenca que asegura que con su faceta como docente no cesa su propio aprendizaje. El público de la Scala de Milan o el del Royal Albert Hall londinense ya han tenido el placer de escuchar la música de la ibicenca.
-Los músicos están hechos de una 'pasta' especial...
-Ser músico requiere un esfuerzo mental como el de un científico ya que, siempre con un espejo delante, tienes que analizarlo todo, metafórica y realmente. La concentración, la atención y la búsqueda de la perfección forman parte del plano mental. A nivel físico se necesita una disciplina como la de un deportista de élite, que hace una pirueta y su caída debe ser precisa. Si yo me desvío un milímetro me da otra cuerda. Yo no bebo alcohol el día que tengo un concierto, por ejemplo, y el día de antes me lo pienso. Además, en el plano emocional tienes queser capaz de transmitir. Si has estado toda tu vida estudiando, haciendo el zángano y no tienes vivencias, ¿qué cuentas?. Aparte de esto, debes conocer la historia de lo que haces. No vas a interpretar igual una pieza del barroco que una del siglo XX. Debes dominar la historia de la música, informarte. Para mí, la palabra clave es alquimia, combinarlo todo para llegar al equilibrio.
-¿Lo consigue?
-Lo cierto es que me he tomado un mes de vacaciones y llevo una semana sin coger el violín.
-¿En qué ha estado trabajando últimamente?
-He ido de concertino para algunos grupos en Alemania, en el Palau de les Arts en Valencia, he hecho muchas cantatas de Bach, que es algo muy bonito y he grabado varios discos... Bueno, esta historia es alucinante. La compositora del rey Luis XIV, Elizabeth Jacquet de la Guerre, conoció al monarca cuando su padre se la presentó, siendo ella menor de diez años, para tocar el cémbalo. Luis XIV la subvenciona, aprende en Versailles con los mejores músicos y se convirtió en una compositora muy reconocida. En cuestión de pocos años perdió a casi toda su familia cercana y dejó de componer. Lo primero que compuso, en 1707, fueron las sonatas de violín y cémbalo, en estilo italiano. Ahí están y se tocan poco. Un día, en el Auditorio Nacional de Madrid, toqué una de estas sonatas y un señor de un sello discográfico me propuso grabarlas porque se quedó completamente fascinado con su música. El disco se grabó en enero y está a punto de salir. Además, el cembalista que me acompaña es experto en música francesa de la época y es profesor en la Julliard School de Nueva York y en el Conservatorio Superior de París. Estoy diseñando la portada yo misma y todo...
-¿Diseñadora también?
-Me encanta lo visual. Ahora que la música se descarga por internet, cosa que me parece fenomenal, quiero hacer algo para coleccionistas. Aunque yo soy más de comprar libros, porque como soy música... (risas). No soy una artista visual pero quiero hacer algo bonito.
-¿Cuándo empezó con estos diseños?
-Siempre he pintado pero hace dos años me rompí la mano izquierda y no se sabía se me iba a curar. Como no podía agarrar nada por la escayola hice fondos para mis pinturas. Al principio tuve pánico pero luego fue todo perfecto. En esos dos meses aproveché para hacer todas las cosas que me gusta hacer y nunca tengo tiempo.
-Debió ser duro...
-Es bueno parar de tocar para que te des cuenta del poder de la música. Ser músico implica una montaña rusa emocional. Yo a veces voy a conciertos y digo 'me gustaría escuchar como público y no como músico, analizándolo todo'.
-¿Puede hacerlo?
-Me esfuerzo mucho. Ahora, tras dos años siento que empiezo a escuchar otra vez. El buen músico no es el que toca bien, es el que escucha bien. Escuchar es super difícil, oír es fácil y más en nuestra vida coticiana. Beethoven lo más rápido que vio fue un caballo y, lo más alto que escuchó, no sé que fue pero seguro que no fue el motor de un coche, de una fábrica o de una bomba nuclear. Estamos muy insensibilizados a lo auditivo y más en los países latinos. ¿Sabe qué decía Oscar Wilde? Comer con música es un doble insulto, al músico y al cocinero.
El sueño de Bach en Eivissa
Tras haber trabajado con Claudio Abbado, Daniel Harding o la Mahler Chamber Orchestra, la orquesta favorita de Lina Tur., la ibicenca quiere dedicar su futuro a hacer cosas que le hagan ilusión, sin dejar de lado las grandes oportunidades que le ofrece su carrera gracias al enorme esfuerzo que ha realizado durante los últimos años. Sin embargo, si resalta un sueño que le gustaría cumplir en el futuro no lo duda: «Me gustaría interpretar en Eivissa toda la obra instrumental de Bach». Tur asegura que la crisis no debe ser un impedimento para realizar buenos proyectos sino un reto para aprender a administrar mejor los recursos. «No hay tantas obras instrumentales y se necesita una formación de doce músicos, no es demasiado», concluye.
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