Hasta final de septiembre el agroturismo Atzaró tendrá abierta al público una exposición retrospectiva del escultor Frédéric Berthelot, conocido en la isla por el proyecto Mans d'Eivissa, que realizó en 2002 en la Plaza del Parque, y por la instalación Isla Blanca de la rotonda de Marina Botafoch. «Hay muchas personas en Europa que siguen mi trabajo, y no tenía la posibilidad de que vinieran todos a la inauguración, por eso me encanta que esté todo el verano para que puedan verla más gente», apuntó el artista a este periódico, añadiendo que para la ocasión ha seleccionado 15 piezas de distintas épocas.
Entre ellas figura el Homocode, una obra de 1997 que representa una visión irónica sobre las expectativas del hombre en el tercer milenio: un bajo relieve en el que figura la evolución del hombre según Darwin hasta llegar al código de barras del mercado. «No significa una condena ni una denuncia al sistema, porque nosotros vivimos en este mundo y lo disfrutamos todo lo que podemos. Digamos que es, más bien, una visión irónica de la sociedad de consumo», explicó Berthelot sobre una obra que significa «un punto de inflexión» en su trayectoria profesional por el reconocimiento que le proporcionó.
Relación con la isla
Aunque algún miembro de la familia veraneaba en la isla desde hace 20 años, Frédéric Berthelot y su dinámica esposa Sophie descubrieron la isla en 2000, y a los dos años el polifacético creador francés dejó su huella en la Plaza del Parque: la instalación Mans d'Eivissa, un proyecto patrocinado por el Ayuntamiento de Vila en el que se rinde homenaje a personas anónimas. «Es un Hall of Fame como el de Sunset Boulevard de Hollywood; pero aquí, como homenaje a los hombres y mujeres en la sombra que impulsan la evolución de Eivissa», según escribe Berthelot en el programa del proyecto. «Para mí Eivissa es una especie de sueño de Europa, su última isla cerca de otro continente; con un excepcional encuentro de culturas entre los cinco millones de turistas que la visitan al año, sus 100.000 habitantes y los inmigrantes que trabajan en ella», valoró.
En la variopinta trayectoria de Frédéric Berthelot figura un disco de rock que grabó en los 90; ha actuado en películas y en teatro profesional, y formó parte del equipo de la factoría cultural Les Frigos, una antigua fábrica parisina a la orilla del Sena reconvertida en laboratorio para creadores, donde pudo desarrollar los diversos aspectos de su producción artística: música, poesía, fotografía y escultura.
Un artista plural, pues, que, finalmente, es reconocido en varios países por sus esculturas, en las que no faltan habitualmente elementos de provocación para la reflexión humanista.
Pendiente
Frédéric Berthelot es el autor de la instalación Isla Blanca, ubicada en la rotonda de entrada al complejo marítimo de Marina Botafoch, al final del Paseo Marítimo Juan Carlos I. Un proyecto que pasa bastante desapercibido para transeúntes y conductores, y que incluso sufrió la agresión de un coche que se subió a la rotonda en un accidente. «Hemos vuelto ahora para la exposición de Atzaró y para intentar completar el proyecto, pues tal como quedó pasaba, efectivamente, desapercibido para la mayoría de la gente», explicó el escultor francés.
Un conjunto con el que Berthelot quiere hacer «un reconocimiento a la antigüedad de la isla a través de los hallazgos arqueológicos que testimonian la memoria de su rica historia», señaló el artista, quien estos días tenía previsto un encuentro en el Ayuntamiento de Vila para llegar a un acuerdo sobre los pasos a seguir para que su instalación Isla Blanca sea terminada en condiciones.
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