EFE-CANNES

El Festival de Cannes quedó oficialmente inaugurado ayer con un decepcionante despliegue de glamour en su alfombra roja, pero una impecable muestra de cine de calidad llamada Up, que no ha traído estrellas porque basa su genialidad en la animación tridimensional. Pocas estrellas de Hollywood pasearon por Cannes en su ceremonia de inauguración, presentada por el actor Edouard Baer y en la que el brillo digital de Disney y Pixar pudo con el desembarco de estrellas locales como Charles Aznavour, Jean Rochefort y la presidenta del jurado, Isabelle Huppert.

A la espera de que acudan en los próximos días Brad Pitt y Penélope Cruz -ya confirmados- sólo la gélida Tilda Swinton ha dejado cierto sabor a esa sofisticación intelectual pero chic que tanto gusta en este certamen, que hace malabarismos para combinar la industria y el arte más que nunca en medio de la crisis económica. Claude Lelouch, Agnes Varda -la que resumiera el espíritu del festival en la expresión «tan refinado y tan vulgar»- y Giovanni Ribisi fueron otras personalidades que iluminaronla apertura de la gran fiesta europea del cine, además de Robin Wright, miembro del equipo de Huppert para decidir quién ganará la Palma de Oro.

Más allá de los territorios de la Palma de Oro -que se cerrarán con la fascinación nipona de Isabel Coixet en Mapa de los sonidos de Tokio-, los cinéfilos podrán alimentarse también estos días de películas fuera de concurso. Entre ellas, Agora, de Alejandro Amenábar, El imaginario del doctor Parnassus, de Terry Gilliam, y Ne te retourne pas, de Marina de Van, una película que ha causado cierta polémica por su campaña de promoción.