EFE-BARCELONA

El Museo Marès de Barcelona rinde desde ayer un homenaje al escultor catalánAntoni Solà, establecido en Roma desde principios del siglo XIX, en la exposición La belleza ideal, que se dedica por primera vez en España a uno de los grandes y más afamados artistas europeos del Neoclasicismo.

Nacido en la capital catalana en 1780, Solà se estableció en Italia a partir de 1803 y desde allí trabajó para reyes, príncipes, nobles y la Iglesia, aunque, con la llegada del Romanticismo, cayó en el olvido, siendo en la actualidad un gran desconocido para el gran público.

Tanto la directora del Marès, Pilar Vélez, como la comisaria de esta exposición, Anna Riera, coincidieron ayer en que Barcelona tenía con él «una asignatura pendiente», añadiendo que ahora se trata de «recuperar del olvido a un escultor buenísimo, de mucha calidad».

Hasta el próximo día 27 de septiembre, el público podrá ver once obras, las más representativas del autor, y que van desde la primera que se conoce, un relieve con el que ganó la pensión que le permitió establecerse en Roma, a su última obra acabada, La caridad romana. Además, su Autorretrato, el grupo de La matanza de los Inocentes, y Dos niños jugando con una mariposa, entre otros trabajos.