EFE-VALLADOLID

Una reflexión sobre la intolerancia religiosa, envuelta en un drama familiar acentuado por las divergencias del pensamiento y sus consecuencias, realiza Atom Egoyan en su último filme, Adoration, proyectado ayer en la última jornada del Festival de Valladolid, que se clausura hoy sábado.

La cinta, una producción franco-canadiense, irrumpe ante el espectador desde el principio con la intención de transmitir una estampa sobre el problema del terrorismo islamista y la ignorancia de la sociedad respecto a la religión musulmana y su vertiente extremista y radical.

A propuesta de Sabine (Arsiné Khanjian), su profesora de francés y arte dramático, el joven Simon (Devon Bostick) decide hacer pensar al resto de sus compañeros que su familia fue la protagonista de un suceso informativo que traducen en clase, en el que un terrorista pone una bomba en el equipaje de vuelo de su novia embarazada.

Esta noticia, que produce un fuerte impacto en Simon, se convierte en paralela a la que sus padres vivieron en realidad, y de la que el protagonista desconoce gran parte de los detalles, ocultados por su tío, marcado por su ideología y con quien vive desde entonces. Pues el padre de Simon murio junto a su madre en un accidente.

Egoyan, uno de los cineastas más reconocidos de los últimos años en este certamen, ha presentado en el mismo y en diferentes secciones casi toda su filmografía, por la que ha ganado dos Espigas de Oro con El liquidador y El dulce porvenir, en 1991 y 1997, respectivamente.