La reunión que la Unesco está realizando estos días en Québec (Canadá) está reconociendo un buen número de enclaves internacionales como Patrimonio de la Humanidad. Los últimos fueron ayer las ciudades italianas de Mantua y Sabbionetta, el centro histórico de San Marino y Monte Titano, las iglesias de madera de la parte eslovaca de los Cárpatos, los bloques de viviendas modernistas de Berlín (de entre 1910 y 1933) y el centro histórico de Camagüey, candidatura de Cuba.
Nuevos reconocimientos que se unen al de las cuevas de arte rupestre paleolítico de la cornisa cantábrica, formada por 17 cuevas de Cantabria, Asturias y el País Vasco. En una larga jornada de trabajo en el marco de su XXXII reunión anual, la Unesco aprobó también la inclusión en su Lista del Patrimonio Mundial enclaves de Papúa Nueva Guinea, Francia, Malasia y Alemania.
La propuesta española, que fue seleccionada el pasado 20 de junio en París, fue elegida hace dos años por España para entregarla como ampliación de la declaración como Patrimonio Mundial obtenida en 1985 por la Cueva de Altamira.
En enero de 2007 fue presentada la candidatura, formada inicialmente por 14 cuevas: las de Tito Bustillo, la Peña de Candamo, Llonín y el Pindal, en Asturias; Chufín, Hornos de la Peña, El Catillo, La Pasiega, Las Monedas, el Pendo, La Garma y Covalanas, en Cantabria; y Santimamiñe y Ekain, en Euskadi.
En febrero pasado, el consejo que asesora a la Unesco sugirió que incluyeran otros tres yacimientos en su propuesta: las cuevas de Covaciella, en Asturias; Las Chimeneas, en Cantabria; y Altxerri, en el País Vasco.
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