Natalia Dicenta en una escena de 'Los Persas. Réquiem por un soldado', una adaptación contemporánea y española de la tragedia clásica de Esquilo.
No estaba dispuesta ayer Natalia Dicenta a frivolizar lo más mínimo acerca de su papel de soldado en Los persas. Réquiem por un soldado, de Esquilo, en la versión de Calixto Bieito que se representa mañana en Can Ventosa (21'30 horas). Al comentario por parte de este periódico de si las chicas son guerreras (vano intento de entrar con ironía en el tema), zanjó la cuestión con autoridad. Al grano, pues, ¿Cómo se siente en la piel de un Jerjes español del siglo XXI en Afganistán?:
«Me siento muy bien. Como mujer comprometida con la sociedad y como ciudadana que paga sus impuestos y que vive en una democracia, me siento como artista casi obligada a hacer este papel. Creo que es muy importante el hecho de que sea una mujer la que hable sobre lo que significa la guerra, la destrucción, la tortura y todo lo que ocurre en la obra. Porque las mujeres somos dadoras y sustentadoras de vida, y desde siempre hemos buscado la paz y la solución dialogada a los conflictos», soltó de corrido la reconocida y polifacética actriz, algo crecida acaso por la responsabilidad del papel y confortada por el reconocimiento que crítica y público está teniendo con la obra desde que fue estrenada el pasado verano en Mérida.
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