Las praderas de posidonias pitiusas forman parte de la declaración de Eivissa Patrimonio de la Humanidad, concedida por la Unesco en 1999.

AGENCIAS / R. C. Aranjuez acogió la pasada semana la I Reunión Internacional de Paisajes Culturales, un conjunto de 60 parajes de los cinco continentes que fueron designados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco gracias a sus valores paisajísticos y medioambientales. En la reunión de la ciudad madrileña se constituyó la Alianza de Paisajes Culturales promovida por los municipios de Sintra (Portugal) y Aranjuez, además de Eivissa como biodiversidad cultural. También se consensuó la Declaración de Aranjuez, un documento en el que los integrantes de la Alianza de Paisajes Culturales exponen sus inquietudes y plantean al conjunto de la sociedad una serie de demandas encaminadas a hacer compatible la preservación de estos parajes con un adecuado desarrollo económico y social de los ciudadanos que viven en su entorno.

Sintra fue declarada en 1995 como primer Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad en Europa por la Unesco, una lista de la que Aranjuez forma parte desde 2001. El reconocimiento de la biodiversidad cultural de Eivissa por la Unesco tuvo lugar en 1999. En el documento de trabajo que se ha aprobado en Aranjuez, los Paisajes Culturales del mundo creen que «el patrimonio debe revertir en el beneficio de la propia población local».

Uno de los puntos clave de la Declaración de Aranjuez hace referencia a las políticas de difusión del patrimonio cultural entre la población. Así señala que ha de tenerse en cuenta que la mejor forma de generar cultura entre los ciudadanos es que éstos valoren su propio patrimonio, ya que sólo se valora lo que se conoce. La interrelación entre la cultura y el desarrollo y el progresivo abandono del mundo rural son dos de los puntos críticos a los que se enfrentan los lugares declarados Patrimonio de la Humanidad. Asimismo, la Declaración de Aranjuez, sellada por los 60 lugares del mundo integrados en la alianza de Paisajes Culturales, hace referencia a los riesgos de incrementar las diferencias entre el norte y el sur, «especialmente en la cuenca mediterránea». Además, el texto de Aranjuez exige «la implicación, complicidad y compromiso» del mundo científico en la mejora de estos espacios y en la garantía de la sostenibilidad de los territorios elegidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad.

Considerando «la estrecha relación entre cultura y desarrollo», y «la inercia de la población rural a copiar las pautas de comportamiento de la población urbana», la Declaración de Aranjuez hace una demanda formal de ayuda a la Unesco para «la organización por parte del Centro del Patrimonio Mundial de Seminarios diferenciados para políticos y gestores en el ámbito de las buenas prácticas, contribuyendo así a consolidar en el futuro un pensamiento más coherente entre las civilización y las culturas que queremos preservar y desarrollar». En este sentido, el acuerdo señala «los riesgos de incrementar, en el contexto de la globalización, las diferencias norte-sur, no sólo en Europa, sino en el mundo en general», con atención a la cuenca mediterránea; por lo que solicita a la Unesco que en próxima reuniones asistan representantes de los Paisajes Culturales del mundo árabe.