J.M.ALONSO El paisaje, junto al clima, es el principal activo de las zonas turísticas. De su buen mantenimiento depende el sector y, sin embargo, los destrozos que padecen desde hace décadas la costas españolas, incluidas las de Balears, representan, hoy por hoy, «un suicidio colectivo». El urbanismo salvaje es el principal enemigo del paisaje y si no se revierte esta situación, otros mercados desbancarán a España como destino del tipo de turismo que más se desea. Es decir, los hooligans seguirán viniendo, pero el turismo de calidad dejará de hacerlo. Todavía es posible revertir al menos en parte esta situación, pero tanto las administraciones como el sector privado deben tomárselo en serio y diseñar y ejecutar las medias oportunas. Éstas fueron las líneas maestras de la conferencia Turisme, paisatge i ordenació del territori que ayer pronunció en el salón de actos de Sa Nostra Joan Nogué, catedrático de Geografía Humana de la Universitat de Girona y director del Observatorio del Paisaje. Fue la tercera de una ronda de cuatro conferencias organizadas por el Institut d'Estudis Eivissencs, que también ha previsto para mañana, viernes, una mesa redonda en la que se comentará la situación del mar de la isla y una excursión marítima.

«Justamente aquello que en su origen dio inicio al turismo es lo que nos estamos cargando, es un suicidio colectivo sin sentido y lo van a pagar aquellos que quieren vivir del turismo dignamente», advirtió el experto, que empleó en su exposición ejemplos de lo ocurrido en la costa catalana. «La esfera inmobiliaria no debería verse tan mezclada con el turismo», insistió Nogué, que realizó una serie de propuestas generales para «tratar de primar y mimar desde la administración y los agentes económicos del turismo el paisaje, con un patrimonio excepcional como un recurso turístico de primer orden». Entre estas propuestas destaca la de limitar mucho más el urbanismo. Nogué considera que «debería existir algún plan supramunicipal que regule el urbanismo sin que implique quitar competencias [a los ayuntamientos]», es decir, que un consistorio no pueda y deba ser, como ocurre en la actualidad, el único responsable del urbanismo municipal. También pidió un aumento de la sensibilidad a la hora de construir a nivel estético y, al sector privado, Nogué le pide que «actúe de mecenas promocionando las buenas prácticas de uso».