CARLES DOMÈNEC La versión teatral de Soldados de Salamina, basada en la novela homónima de Javier Cercas y dirigida por Joan Ollé, se presenta hoy en Can Ventosa (21'00 horas) para marchar a continuación al Auditorium de Palma y al Teatro Principal de Maó. Jordi Serrat interpreta a Miralles, el miliciano republicano que perdonó la vida al falangista Sánchez Mazas. Serrat vivió en un campo de concentración francés con su madre cuando tenía cinco años, mientras su padre estaba en otro. En la huida de España encontró a soldados que podían ser Miralles. _¿Qué apreciarán los espectadores de esta versión teatral y qué ya conozcan la novela o la película? _La aportación es la sinceridad de los personajes de carne y hueso. Las emociones en el cine no se reflejan con la intensidad del teatro, donde es necesario conseguir que la gente vibre. El directo es siempre más emotivo. _¿Soldados de Salamina está más cerca de la realidad o de la ficción? _La grandeza de la obra es precisamente esta misma indefinición. Si se definiese más, se perderían la esencia y la angustia personal. _¿La obra recupera la memoria histórica o la rehace? _Eso depende mucho de la gente. No será lo mismo para alguien que ha vivido la Guerra Civil que para un joven. Yo recuerdo porque me ha pasado. _Usted tenía cinco años cuando estalló la guerra. ¿Cómo afecta la vivencia a su personaje? _La obra me ha hecho recordar mi infancia, que en realidad no existió. Mi padre estaba en la Cruz Roja y el ejército republicano lo reclutó con la guerra mientras sus hermanos estaban en el bando nacional. Tuvimos que huir a Francia. Mi padre fue a parar a un campo de concentración y mi madre y yo, a otro. He querido vaciar de mi mente todo eso y ya no recuerdo los detalles. Gracias a unos conocidos de mis hermanos, mediante dinero y con muchas dificultades, trajeron a mi padre después de que nos rescataran. _¿Le ha servido esa experiencia para la interpretación del miliciano Miralles? _Sí, aunque intento dejar a un lado a Jordi Serrat cuando interpreto. La vivencia a veces llega deformada. Me he aprovechado del contexto. De pequeño viví escenas similares. Algún miliciano de los que conocí me hace pensar en Miralles. La definición de la guerra está en una frase de la obra. Cuando preguntan a Miralles la razón de no matar al falangista, no encuentra un motivo. _La versión teatral se ciñe estrictamente al texto de la novela. _Sí. La adaptación y la dirección han realizado el montaje de la única manera posible, ya que es una novela difícil de teatralizar. El director extrae la esencia y construye una comedia teatral, para mí impactante y poco habitual. _¿Cómo ha preparado la interpretación de Miralles? _Me puse en la piel del personaje. Miralles es un republicano anarquista que ha estado en la guerra. Buscando en su interior, en el fondo se ve que no es un personaje malo, tiene unos sentimientos, pero mantiene sus ideas hasta el final. Trato de que el público sienta cariño por Miralles. Su humanidad es muy grande. Han muerto muchos amigos y llega a lamentar su propia supervivencia. _El personaje de Sánchez Mazas no muere porque Miralles no dispara. ¿Cómo cambia la personalidad de alguien que escapa así de la muerte? _Todo depende de las circunstancias de la vida. Mucha gente actúa de forma diferente a lo que siente. A todos, en cierta medida, las circunstancias nos marcan. La vida te impulsa. Sánchez Mazas es un personaje malévolo y trágico. _Como actor, ¿qué conclusión se lleva de Soldados de Salamina? _Me ha enriquecido. Ya he participado en 32 estrenos de teatro, en muchas series de televisión y en el cine, pero cuando te haces mayor las oportunidades disminuyen y a mí este oficio me gusta. En los últimos tiempos he hecho trabajos significativos, pero éste ha sido el más importante. Me ha aportado la satisfacción de poder desarrollar mi capacidad interpretativa. _Y como espectador, ¿qué cree que proporciona? _Me ha demostrado que todas las guerras son estúpidas, y más si el enfrentamiento es entre hermanos. Al leer la novela se te pone piel de gallina y no se entiende lo que hicimos. Hay comportamientos actuales que parecen haberlo olvidado todo. Ya hace tiempo que miro la política desde la barrera. La política es como un pozo en el que todo el mundo quiere salir, a base de empujones. Como espectador me sorprende ver que si siguen así acabarán todos ahogados.