JULIO HERRANZ El Espacio Micus acogerá entre las 19'00 y las 22'00 horas del próximo sábado día 15 la inauguración de una exposición de pintura de Rosa M. Hessling, que estará abierta al público hasta diciembre. Este singular espacio expositivo de Jesús está abierto al público todos los domingos de 11'00 a 14'00 horas; o por cita telefónica al 971 19 19 73. Será la primera vez que esta reconocida pintora y fotógrafa alemana presente sus creaciones en Eivissa. «Aquí sólo expongo cuadros sobre lienzo, porque no me gusta mezclar mis distintos caminos expresivos en una misma muestra, a no ser que el lugar tenga espacio diferenciados suficientes para poder separarlos», explicó ayer a este periódico la polifacética creadora.

El título genérico que Hessling ha dado a la muestra es Sweet Spot, el nombre de una jugada precisa y directa de tenis, que viene a ser como una metáfora de lo que, en un momento determinado, la artista busca con insistencia en la vida. «Ese Punto Dulce lo puedes aplicar como símil de los objetivos urgentes y necesarios que uno exige a la vida en cada momento. Puede ser alguien concreto, un tipo de arquitectura, una planta, un sentimiento, algo que te satisfaga mucho...», concretó la artista, a quien algún crítico ha definido como «Jardinera de luz». «Bueno, eso va más bien en el sentido de que, como hago varias actividades con la luz como coartada, actúo como puede hacerlo un jardinero con los distintos parterres que ha creado en su jardín. En uno pongo mis pinturas sobre lienzo, en otro las que hago sobre aluminio, en el de más allá las instantáneas...», enumeró Hessling, quien confesó orgullosa su vicio artístico más confesable: «Soy más bien adicta a la luz; es mi principal droga».

A pesar de que es la primera vez que expone en el Espacio Micus, Rosa M. Hessling tenía desde hace tiempo noticias en torno a Eduard Micus. «Desde hace tiempo, Micus es muy famoso y conocido en Alemania. Ya había oído cosas positivas sobre esta especie de museo que se había construido en la isla, porque algunos artistas a los que conozco, como Hernández Pijuan y otros nombres alemanes, habían presentado sus cosas en este espacio y me habían contado su grata impresión», comentó, añadiendo que tenía muchas ganas de colgar sus obras en las paredes del Espacio Micus para ver el efecto que la luz de las distintas salas tenía sobre ellas.

Y es que -como apuntó- la luz parece ser el centro de gravedad creativo de esta sutil creadora. «Su método consiste en subrayar la fuerza y la belleza de la luz reflejada en los colores. Así, dedica todas su labor pictórica y fotográfica al efecto que producen las superficies -sin resultar superficial. Su obra es minimalista y se alimenta del resplandor de las pinturas que ha desarrollado en experimentos casi de alquimia», ha escrito un crítico sobre su mundo creativo, añadiendo: «Dependiendo de dónde se sitúe el observador, las superficies de color aparecen más oscuras o más claras, pasan de los tonos rojos a los tonos azules. Hessling fomenta y al mismo tiempo nos exige concentración en la percepción de su obra».

Rosa M. Hessling nació en 1954 en Zell an der Mosell (Alemania) y desde hace unos años tiene fijada su residencia en Colonia. Estudió en la prestigiosa Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, donde aprendió de la mano del artista mediático de fama internacional Nam June Paik. En su trayectoria profesional figuran numerosas exposiciones individuales, algunas de ellas en espacios tan particulares como viejas iglesias, donde las gradaciones sutiles de sus pinturas, muchas veces ubicadas por series correlativas, producen un contraste singular y efectista al enfrentarla con los vetustos muros.

Pinturas diferenciadas en tratamientos según estén realizadas sobre superficies de alumnio o sobre lienzo. En el primer caso pueden percibirse fácilmente unas marcadas estrías «que le dan un carácter de fuerza que no tienen las que hago sobre lienzo», reconoció Hessling. Para estas últimas creaciones, el método de trabajo consiste en armarse de paciencia para ir acumulando capas apenas perceptibles de pigmentos plásticos a modo de tamiz que van revelando el tono y la intensidad lumínica que va buscando. Capas que va depositando con la ayuda de una especie de molinillo que va dejando caer una suave lluvia pictórica. «Al final parece un proceso fácil, pero suelo emplear varios días en terminar un cuadro de unas dimensiones medias», precisó.