JULIO HERRANZ Suele suceder en casi todas las primeras veladas del Festival Eivissa Jazz: como lo abre un grupo de la isla, arrastra a muchos amigos que acuden al baluarte de Santa Llúcia más por compromiso que por la música. Así, concluida la actuación local, se produce una huida de esa claque endogámica.

Y claro, como Eivissa Jazz Ensemble (la big band que abrió el concierto del jueves) cuenta con 17 miembros, fue mucho más fuerte de lo habitual el tirón de seguidores de casa. Razón por la cual el resto de la velada quedó demasiado mermada de auténticos gustadores de jazz. Y si fue corta con la segunda banda (Juan Pablo Balcázar Viaje Quartet), la cosa ya era de vergüenza ajena cuando tocó la tercera de la noche (Mr. Chacho); dos grupos del trío que aporta Injuve en esta edición, que, desde luego, merecieron mejor suerte. Una pena.

De Eivissa Jazz Ensemble hay que decir que han mejorado bastante desde que se presentaron por primera vez en Can Ventosa la pasada primavera. El colchón de los veteranos sostiene en buen equilibrio la corta experiencia del sector más joven del lote. Seguimos apostando por su consolidación. Suerte, paciencia y disciplina.

El grupo de Pablo Balcázar ofrece un sugerente viaje musical, que quedó corto sin las fotografías que lo apoyan normalmente cuando presentan este proyecto. Delicados, eficaces y más bien discretos. Y en cuanto a Mr. Chacho, se merecen haber sido finalistas del último Festival de Getxo; pero -insisto- muy pocos pudieron comprobarlo por sus propios ojos y oídos. Lástima.