Joan Oliver junto a una de sus obras, ayer en la sala de exposiciones del Ajuntament Vell.

Joan Oliver expone desde ayer y hasta el próximo uno de setiembre sus esculturas en la Sala de Cultura ubicada en el Ajuntament Vell de Formentera. Se trata de una muestra que combina las esculturas, que parecen dispuestas a moverse de sus peanas o pedestales, con los dibujos o bocetos previos de los que posteriormente salen sus obras. Licenciado en Bellas Artes en Barcelona, desde hace unos años se dedica exclusivamente a a la escultura y ha participado en ferias o bienales en Gerona, Barcelona, La Habana, Madrid o Mallorca aparte de exposiciones y de su primera muestra en la Pitiusa Menor no duda en afirmar que «me apetecía venir a Formentera porque el tipo de obras que hago, orgánicas y sobrias, encajan perfectamente con lo que es la isla» aunque irónicamente señalaba que eso es correcto excepto en el mes de agosto cuando la temporada alta no tiene nada de tranquila o sobria «pero el toque místico presente aunque intangible me atrae mucho y por eso he querido estar presente en Formentera».

A punto de cumplir treinta años, este mallorquín señala que «toda la escultura posee un trasfondo creativo, del momento en que se concibe y del estado de ánimo» y en este sentido, Oliver no quiere sorprender al visitante con títulos extraños a su obras, principalmente antropomórficas, para no crear prejuicios a los espectadores «quiero que vean lo que hago y ellos mismos juzguen y valoren». Las obras son en su práctica totalidad realizadas en hierro fundido a excepción con una de madera, la de mayor altura, y aunque trabaja el bronce, en esta ocasión para Formentera se ha centrado en estos materiales; la exposición se complementa con «unas pinturas que a modo de bocetos indican caminos por explorar, en algunos casos son el punto de partida de la obra concluida y en otros deja la puerta abierta a nuevos retos, a nuevas creaciones».

En sus obras se nota la influencia de las creaciones antropomórficas en las que humanos, insectos o arácnidos se mezclan de forma confusa aunque congruente y además, parecen siempre estar en movimiento, a punto de salir del pedestal que las sustenta; el movimiento latente es perceptible y provoca una cierta inquietud en el espectador que no queda indiferente ante unas propuestas artísticas que rozarían el surrealismo, calificativo que el autor rechaza como un tanto 'peligroso' a la hora de encasillar su obra. El óxido domina el cabado de sus piezas ya que según Oliver para exteriores mantiene una capa protectora de la propia obra que el artista espera que sean vistas con interés por los turistas y los residentes, que se lleven una buena impresión de su trabajo, un trabajo que podrá verse hasta el uno de setiembre desde las diez de la mañana hasta las dos del mediodía y de las siete de la tarde a las diez de la nocche.