Maderas devueltas por el agua, algas, alambres herrumbrosos o caracoles, trozos de juguetes, herramientas rotas, latas oxidadas o un manillar de bicicleta; todo es susceptible de ser reconstruido por Torrent.

GUILLERMO ROMANÍ

El artista catalán Jordi Torrent (Barcelona 1959) expone tras un silencio de siete años en Formentera su nueva muestra Fantasmas, de la que dice que «son superviviencias de existencias, en su sentido más litera, que se desgastaron sin desaparecer. También son energías que quedaron colgadas en el presente sin llegar a formar parte de éste, como testimonios de otros momentos que otros presentes, que ya son pasado, arrollaron sin demasiada eficacia». Es un sistema mediante el que Torrent intenta recuperar el alma de los objetos trasmutándolos, despojándolos de su condición de deshecho para reinterpretarlos y presentarlos con una nueva luz con una visión que destila a partes iguales, filosofía e ironía.

Según Torrent, que comenzó a frecuentar la isla en los ochenta, «en Formentera el alma de las cosas es mucho más patente y lleva un proceso natural y más lento por efecto del sol» y por ello centra su exposición en esos objetos que están al alcance de la mano de todos pero generalmente pasan inadvertidos: maderas devueltas por el agua, algas, alambres herrumbrosos o caracoles, trozos de juguetes, herramientas rotas, latas oxidadas o un manillar de bicicleta; todo es susceptible de ser reconstruido, de tener un nuevo significado viene a decir Torrent que señala que a excepción de las pajareras sacadas de un contenedor de basura de Barcelona y las cabezas de muñeca que proceden del mercadillo de Los Encantes, de la Ciudad Condal. Todos los restantes materiales han sido recolectados en Formentera y son, en palabras del autor, «jirones de la histori que con el tiempo se sometieron a la intemporalidad».