Carlos Sansegundo, ayer, en la presentación de su exposición en Vía 2.

PEP TUR

Y hacia allí se fue la pareja, que aprovechó para contraer matrimonio en la Gran Manzana. «El padrino de boda fue Andy Warhol», recuerda el artista. De aquella época -«la mejor de mi vida», afirma- recuerda las conversaciones con De Kooning. «Aprendí mucho sobre el color hablando con él, pero también me sorprendió el hecho de que allí se hablaba del concepto del arte, mientras que lo que en España se hablaba de quién pagaba mejor o peor».

Pocas personas pueden presumir hoy día de ser memoria viva de la evolución artística que ha vivido la isla de Eivissa en las últimas cuatro décadas. Y una de ellas es Carlos Sansegundo (Santander, 1930), quien acaba de regresar a las Pitiüses para presentar una exposición individual en la galería Vía 2 de Vila, que se inaugurará esta tarde a partir de las ocho y media.

Miembro del Grupo Ibiza 59, en el que compartió protagonismo con Erwin Broner, Hans Laabs, Egon Neubauer, Bob Mumford y Erwin Bechtold -«La primera vez que llegué a Eivissa me quedé sorprendido de su nivel artístico», explica-, el recorrido artístico de Sansegundo está acompañado de grandes nombres del arte del siglo XX, como Andy Warhol, De Kooning y Henry Moore y de dos lugares, dos referencias geográficas ineludibles para él: «Para mí sólo existe Long Island, en Nueva York, o Eivissa».

A la isla, como tantos otros, llegó de la mano de una mujer. «Estaba en Madrid buscando un estudio para preparar una exposición y solía pasar por el Café Gijón. Un día entró allí una norteamericana muy guapa y hablando con ella me dijo que la acompañara a Eivissa. ¿Encontraré allí un estudio?, le pregunté. Y así llegué a la isla». Corría el año 1964 y alquilaron una casa en es Viver por 250 pesetas al mes. «En Eivissa pintas con mucha comodidad, artísticamente hablando», asegura Sansegundo, quien comenzó aquel año a preparar su exposición madrileña, pero la casualidad quiso que su vida diera un nuevo giro. «Un norteamericano me compró toda la exposición y poco después recibí una carta en la que me invitaba a exponer en Nueva York».

En Vía 2, Sansegundo presenta un trabajo en el que el color es una base fundamental sobre tela, sobre papel de periódico o en collage. «Mi trabajo no es Pop-Art, pero está cerca de ese estilo, aunque también tiene alguna huella del expresionismo abstracto. Es un arte muy actual», razona el artista, que, aunque exponga pinturas en esta muestra, su arte también está muy ligado a la escultura. Así lo explica: «La escultura y la pintura para mí son lo mismo. Integro las dos cosas. En ocasiones, pongo mucho color a las formas de la escultura».

Y si su vertiente pictórica le llevó a ponerse en contacto, por ejemplo, con De Kooning, a través de su obra escultórica consiguió que Henry Moore se fijara en él y le propusiera que trabajaran juntos durante un tiempo en Inglaterra. «Me llegó una carta de Henry Moore, que había visto mi trabajo. Fui a verle a Londres y me propuso que me quedara para trabajar con él, lo cual fue un auténtico placer».

Ahora, 43 años después de su primera llegada a Eivissa, Carlos Sansegundo regresa de nuevo junto a su arte a un lugar que cree que ha perdido ese aura que en los sesenta hacía «que hubiera un ambiente intelectual tan condensado que no existía ni en Madrid ni en Barcelona y quizás tampoco en París o Londres». «Eivissa era uno de los principales puntos artísticos de Europa», rememora con la nostalgia de quien echa de menos un momento que ya no volverá.