La jornada de ayer del Ibiza & Formentera International Film Festival (IFF) deparó una agradable sorpresa, que palió algo los sinsabores y desconcierto que están dejando el evento en mucha gente, por un largo rosario de cambios, retrasos y otras circunstancias más o menos molestas. Fue gracias al avance que Àlex de la Iglesia ofreció en el hotel Pachá a un nutrido abanico de medios locales, nacionales e internacionales de The Oxford murder, su prometedora nueva película, protagonizada por el actor británico John Hurt.
«La razón principal por la que estoy aquí es para mostrarle a John una secuencia», precisó el director bilbaíno, quien se mostró «encantado con su trabajo; es uno de los mejores actores con los que he trabajado nunca». Cumplido que, al serle traducido, recibió está respuesta de John Hurt: «La mejor forma de recibir un elogio es en una lengua en la que no entiendes». Y animado, Àlex de la Iglesia siguió echándole flores al veterano actor: «Nadie me ha ayudado nunca tanto a hacer una película. Ha sido delicioso trabajar con él, así como con el equipo inglés del rodaje». «He aprendido una cosa importante, a escuchar; y es que dirigir también significa callarse, algo realmente complicado para un bilbaíno».
Por su parte, un tanto abrumado por la cascada de reconocimientos del entusiasta director vasco, John Hurt explicó que la experiencia de trabajar con un director y un equipo español «me ha resultado tan normal como cuando lo hago con cualquier otro, pues el cine es un lenguaje visual universal», subrayó, añadiendo (nobleza obliga) un piropo al director: «Trabajar con Àlex ha sido realmente interesante, porque es un director que se hace querer y obedecer», aseguró con una sonrisa cómplice.
Dicho lo cual, y tras unos ajustes técnicos y visuales, se pudo por fin degustar la secuencia seleccionada de The Oxford murder: arracando en una escena de guerra en la que un tipo un tanto ido (nada menos que el filósofo Ludwig Wittgenstein) está escribiendo algo en medio de un fuego cruzado, se pasa a una clase en la Universidad de Oxford en la que el catedrático (John Hurt) está explicando las obsesiones intelectuales del filósofo austríaco, recogidas en su prestigioso y árido Tratactus Logicus Filosoficus.
Unos cinco minutos de actuación magistral la de John Hurt, que logró que una sala llena de periodistas más o menos especializados en el séptimo arte quedase totalmente callada, y luego se entregara a un aplauso sincero y convencido; dejando a todo el mundo con muchas ganas de ver el largometraje. «Lo siento, pero de momento no sé cuando se estrenará, espero que no tarde», aseguró Àlex de la Iglesia.
Basada en una novela, The Oxford murder es una película que se articula en torno a un asesinato (como su nombre indica) y al enfrentamiento del catedrático que encarna Hurt, escéptico y de vuelta de todo, que niega que la vida tenga sentido alguno, con un alumno que está convencido que es más inteligente que él. Un cóctel sorprendente entre conocimientos, sabiduría, suspense y cine negro, servido con una factura formal de acento británico que llamó gratamente la atención de la entregada concurrencia.
Un encuentro, pues, realmente afortunado el del actor británico y el director español, que reconcilió a la afición y provocó un buen número de preguntas entre español e inglés, que la un tanto aturdida Gail Fear (una de las directoras del IFF) iba traduciendo a salto de mata y con buen humor.
Fue el mejor rato de una larga mañana de apretado programa, que empezó bien: la presentación de El último justo, de Manuel Carballo, aún «en construcción»; y la de The Moon and the stars, de John Irvin, que compite en la Sección Oficial. Aunque programada, no se presentó finalmente Cashback; y el resto de la mañana, hasta eso de las dos, la estiró cada cuál como pudo (algunos marchándose), a la espera de Àngela Molina, que dejó mucho que desear en su papel de patrona del IFF.
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