Una de las fotografías de Lourdes Grivé, una de las tres exposiciones temporales del Museu Puget. Foto: G. G.LAMA

JULIO HERRANZ

Además de la exposición permanente con la obra de Narcís Puget Viñas y su hijo, Narcís Puget Riquer, el nuevo Museu Puget presenta hasta el próximo octubre en la planta baja de Can Comasema (Dalt Vila) su primera exposición temporal con dos pintores afines a la obra de los Puget: Antoni Marí Ribas Portmany y José Tarrés, más trabajos de la joven fotógrafa Lourdes Grivé; también en consonancia con la personalidad creativa de Puget Viñas, pues la fotografía fue su segunda actividad profesional. La triple exposición temporal estará abierta hasta el próximo octubre, y el horario de visitas es el mismo que el del Museu d'Art Contemporani de Eivissa (MACE): de martes a domingo, de 10,00 a 13,30 horas, más de 17,00 a 20,00 horas de martes a viernes. Lunes y días festivos, cerrado.

Según se explica en las hojas informativas de la exposición, «tal vez uno de los alumnos más singulares de Puget Viñas, a cuya Academia asiste a partir de 1921, es Antoni Marí Ribas Portmany (Eivissa, 1906 - 1974). En su obra se percibe todo lo aprendido del maestro y no sólo las cuestiones técnicas, sino también la temática costumbrista y sus preceptos de estilo». Su obra, en principio al óleo, se consolida a partir de 1951 en dibujos, realizados con tinta china sobre papel.

En cuanto a José Tarrés (Eivissa, 1892 - 1945), comienza a asistir a la misma academia a partir de 1912, y mucho más tarde estudia Bellas Artes en Valencia. «Esta doble influencia marcará la obra del pintor y la adscribirá a un estilo del que no se desmarcará jamás, convirtiéndose en uno de los más claros exponentes de la tradición figurativa, en donde la fidelidad al modelo y la captación del natural son señas de identidad básicas».

Por lo que hace a Lourdes Grivé (Barcelona, 1977), sobrina del arquitecto ibicenco Salvador Roig, se ha especializado últimamente en la arquitectura tradicional de Eivissa y Formentera. Una obra «en permanente búsqueda de la memoria a través de uno de los elementos que la componen: la ruina», precisa la información del Museu Puget, añadiendo: «El valor de poner en juego su belleza consigue despertar al mismo tiempo tanto la mirada nostálgica como la conciencia del presente» (...) «El recuerdo de fotografiar en blanco y negro añade al pálpito de lo nostálgico, el de una tensión apasionada que busca el encuentro dramático de los contrarios. La idea de belleza no sólo se construye sobre el reconocimiento del pasado, sino sobre el valor del presente», subraya la nota.