J. HERRANZ

Menudo, con una voz impresionante y una mirada a veces escéptica y otras entusiasta, José Sacristán transmite honestidad y amor al oficio de actor, del que tantas y tan buenas pruebas ha dado a lo largo de su fértil y variada trayectoria. En su primera visita (personal y profesional) a Eivissa dará vida hoy (20,00 horas) y mañana (21,00) a Pablo Ruiz, el genial pintor malagueño, en Un Picasso, de Jeffrey Hatcher, en un mano a mano interpretativo con Ana Labordeta, una actriz joven que está a la altura del maestro: «Si en una obra de dos personaje no estás a gusto con la otra parte, no funciona», apuntó ayer ante los medios de la isla.

A pesar de que su presencia en Eivissa es para presentar Un Picasso, no puso ningún reparo (antes al contrario) a responder a cualquier pregunta sobre su trayectoria, y a contar algunas anécdotas sabrosas de la profesión y hasta de su infancia en Chinchón, su pueblo natal. «Sí, hago menos cine ya, pero sólo porque las ofertas que me hacen no me resultan interesantes. Es que si no me divierto, si no juego, no me muevo. De este oficio lo que me gusta es el juego, recuperar el crío que llevo dentro», afirmó, añadiendo que aunque «no sé si ya puedo elegir lo que hago, al menos sí que puedo rechazar».