Juanma Bajo Ulloa ojea un libro en un tenderete de mercadillo en Formentera.

NACHO PARDO

-¿Qué tal le hace sentir Formentera?
-Me está entrando la tranquilidad de la que me habían hablado. La sensación es un poco la esperada: la paz, la luz cegadora, un poco de viento también, y muchas ganas de descubrirla porque aún no he tenido tiempo de hacer una visita. Veamos si puedo ver alguno de esos rincones de los que hablan.

-¿Cree que se respira cine en la isla?
-Nunca he visitado un sitio que no lo vea como un plató o una inspiración para inventar historias, y no solo por los paisajes. Sin ir más lejos, el otro día, tomando un Colacao en el hostal en el que me alojo, estuve viendo como interactuaba la gente local con los extranjeros y había situaciones surrealistas dignas de hacerles una serie.

-El título de la I Mostra de Cinema de Formentera es Una mirada al cine actual del estado españo ¿Cuál es el verdadero estado del cine español?

-De la Mostra valoraría sobre todo el esfuerzo de Angels Faucón por sacarla adelante, y como una oportunidad muy interesante para todos aquellos que no tienen acceso a ese cine español. Se han traído buenas propuestas para el público. De todos modos mi opinión al respecto de la salud del cine español no es muy buena. Lo vivo y lo sufro como espectador y profesional. No soy un gran cliente de ese cine. Yo creo que está anclado, incluso hundido en un problema muy grave que tiene que ver con la falta de honestidad de las personas que tienen la responsabilidad de hacerlo. Principalmente, productores, distribuidores y los gobiernos...

-¿Cree que se ha perdido el compromiso artístico?
-Yo, desde luego, no lo veo. Todo es comercio, que, además, ni siquiera funciona, porque lo único que se venden son nombres de directores o de actores. Pero no veo una postura disidente o crítica ni entre mis compañeros. Lo que veo hoy en día es acomodación, son absorbidos por una máquina que conforman los grupos de poder, que son quienes gestionan la información. Cuando recibes la protección y el amparo de las productoras te acomodas y dejas de contar lo que quieres, para hacer lo que te permiten.

-Muchos directores se muestran críticos con la industria cuando no reciben premios. ¿Se miran mucho el ombligo los directores?

-Sí, claro. A todo aquel que tiene una labor relacionada con el espectador, ya sea músico, cineasta o literato, le preocupa perder ese puesto. Considero que todos los que estamos en el mundo del arte o del espectáculo padecemos una patología, que se cura precisamente con ese aplauso. La necesidad de ser admirado y querido. Somos débiles y sensibles ante la posibilidad de que eses calor del público desaparezca. Es muy difícil encontrar gente que pueda ser sincero y reconocer que las cosas no están bien.

-Declaró una vez que creía que el cine le hacía más feliz ¿Por qué ya no es así?

-Es una relación amor-odio. Todo el mundo necesita un mecanismo para expresarse, y en mi caso ese mecanismo es el cine. Es como la patología de la que antes hablaba, la necesidad de reconocimiento de los que llamamos «artistas», que es una palabra muy bonita. También podríamos llamarlos «enfermos», que por otro lado también es compatible (risas). De todos modos yo era muy feliz cuando la gente se me acercaba y de decía que mi película le había gustado, o que le había hecho pensar. Después de tantos meses de trabajo, al menos te quedaba eso. Pero todo está tan infectado e insalubre que he perdido las ganas de rodar. He comprobado como día a día se iba enmierdando todo y convirtiendo en una gran mentira. Me cuesta muchísimo aceptar y tragar con las consideraciones que te hacen los productores, a quienes no les interesa lo que estás haciendo, porque lo único que esperan es el resultado.

-Víctor Erice, director entre otras de El espíritu de la Colmena y El Sol del membrillo dijo que el Cine estaba muerto. ¿Está muerto de verdad?

-Cuando ves algo en estado terminal o delirando, como el cine español, puedes declararlo muerto en cualquier momento. Va hacia la muerte en cualquier caso. Pero aun siendo escéptico, sigo haciendo cine con la esperanza de que se pueda cambiar. Quizá haya una posibilidad de que vaya a mejor, ha habido épocas mejores, pero no la veo cercana. El caso de Víctor Erice es bastante gráfico. Uno de los mejores creadores españoles del siglo pasado en paro cinematográfico y otras personas, que no voy a nombrar, ruedan cada año, cuando en su vida han contado nada que interese a nadie.

-Durante mucho tiempo se habló del ambicioso proyecto deCapitán Trueno, ¿se sintió frustrado cuando todo se vino abajo?

-Lo frustrante habría sido rodarla finalmente. Me bajé de un barco que iba directo hacia un lugar que no me interesaba. Fue una liberación para mí. Cuando dejé de creer, cogí mi dinero y me marché. No habían cumplido nada de lo pactado. Me dio mucha pena, pero peor habría sido rodar algo en lo que no creía.

-¿Qué personaje histórico escogería para pasar a la pantalla?

-Jesucristo me sigue atrayendo mucho. Siempre se le ha idealizado, caminando por el agua y echando rayos por el culo, eso me da un poco de pena, no es una visión realmente humana. Yo veo en Jesucristo a alguien muy especial con una fortaleza espiritual única, pero haría un retrato más personal y más real. El 'Ché' Guevara también me interesa mucho. Pero sobre todo personajes anónimos que no están en los libros.

-Es también un melómano reconocido, ¿qué música prefiere?

-A mi siempre me ha gustado el rock, aunque también el pop, pero principalmente el rock que se hacía durante la década de los setenta. Me parece más comprometido, más divertido y emocional. Ahora hay muchos grupos que no me emocionan, no me acaban de llegar al corazón. La música clásica también me gusta mucho.