Adam Zaretsky y Barbara Grooves lograron el primer premio de la Bienal con una obra de net.art que ironiza sobre el porno en internet.

PEP TUR

¿Cuál es el futuro de la Bienal Ibizagráfic del Museu d'Art Contemporani d'Eivissa? O más correctamente, ¿cuál es su presente? La presencia cada vez más predominante de nuevas tecnologías en las obras presentadas a concurso parece obligar a una reformulación de los parámetros sobre los que se sustenta el certamen, lo que incluiría, ineludiblemente, su propia denominación. ¿Debe seguir llamándose Ibizagráfic o mejor conocerla sencillamente como Bienal de Ibiza?

La continua evolución de la tecnología permite a los artistas contar con nuevos medios, formatos y soportes para expresarse. Invariablemente, cada paso hacia delante viene acompañado de las voces que cuestionan si esto o aquello puede ser considerado arte. Ocurrió, por ejemplo, con los impresionistas y, más recientemente, con la fotografía, una técnica que hace escaso tiempo ha dado el salto, con todos los honores, a los museos de arte contemporáneo.

En la presente edición de la Bienal los tres primeros premios han ido a parar a manos de artistas que han decidido emplear las nuevas tecnologías. Adam Zaretsky y Barbara Grooves lograron el primer premio con una irónica crítica al porno en internet (puede verse en www.ovarium.org). En segundo lugar, el jurado destacó el vídeo «Iluminaciones urbanas/1», de Francis Naranjo, un trabajo que reflexiona, a través del estudio y representación de la luz, sobre el entorno urbano. Finalmente, «Afectos invertidos», de Laura Bey, que trata el espinoso tema de los vídeos violentos que los adolescentes graban y difunden por la red, se alzó en el tercer premio (www.vinculo-a.net/bey /1.htm).

Esto no quiere decir que la estampación más tradicional quede fuera de la Bienal, pero sí es cierto que la preponderancia de las nuevas tecnologías, al fin y al cabo un modo más de seriar una obra, cada vez ocupan más espacio en la misma. En la exposición del MACE de las obras seleccionadas encontramos xilografías, serigrafías o varios tipos de impresión fotográfica, pero un rápido vistazo a las salas del museo confirman que internet y el vídeo son los soportes predominantes.

Un poco de historia
La Bienal nació en 1964 abarcando todo tipo de disciplinas (desde obra gráfica a arquitectura, pasando por el diseño). Los setenta, con sus aires democratizadores, impusieron el gusto por la obra gráfica (así todo ciudadano podía adquirir arte gracias a su multiplicación). La Bienal, de este modo, se mostraba con capacidad para asimilar las nuevas tendencias y fue así hasta 1984, cuando el MACE cerró sus puertas, que no volvió a abrir hasta 1990. En la tercera convocatoria de la bienal en esta nueva etapa del museo, en 1996, los responsables del museo vuelven a ser conscientes de que algo está cambiando en el mundo del arte (las nuevas tecnologías) y comienzan a incorporarlas al certamen (una apuesta que, como suele suceder, no fue del todo entendida entonces), una evolución que cristaliza en esta última edición.

En palabras de Elena Ruiz, directora del MACE, «se ha despejado una incógnita al comprobar que los grabadores tradicionales participan cada vez menos en Ibizagráfic y el espacio lo ocupan los neomedia». Un giro que dio comienzo hace algunos años de un modo «prudente», según Ruiz, y que ha terminado por coger su propia inercia.

De este modo, el MACE se sitúa en la misma onda que grandes instituciones del arte moderno, como puede ser el Whitney de Nueva York. «Estamos sintonizando con la creación en nuevos medios», apunta Ruiz.