Los «locos» de los videojuegos tienen su nuevo santuario en el Museo de la Imagen en Movimiento, que ha abierto una muestra permanente sobre la historia de esa industria, que sólo en EE UU mueve más de 10.000 millones de dólares al año.

Desde 1989, un año después de su fundación, el museo ha contado con los videojuegos como una forma de expresión artística a la que ha dedicado numerosos montajes ocasionales. Carl Goodman, responsable del área digital, aseguró que fueron «los primeros en incluir los videojuegos entre nuestras exposiciones temporales, y ahora hemos decidido dedicarles un espacio en la exhibición permanente».

El MOMI, como popularmente se conoce al museo, dedica esta exposición a Ralph Bauer, el «padre de los videojuegos domésticos», que a sus 83 años no ha perdido ni un ápice de ilusión ni ironía a la hora de explicar cómo se le ocurrió la idea mientras trabajaba en un sistema de televisión. Según explicó en la inauguración de la muestra, «todo fue por casualidad.

Estábamos haciendo unos ajustes y aparecieron unas rayas en el monitor, y pensé en que podríamos hacer un juego con ellas, pero mis jefes me dijeron que me olvidara del asunto». Por ello, no fue hasta 1966 cuando Baer pudo crear su primer prototipo de «sistema de entretenimiento casero», que denominó «Brown Box» (Caja Marrón) aludiendo a su color y su forma de caja de zapatos, cuya réplica es una de las «joyas» de la exhibición.

«Tenía varios juegos: el más famoso era el Ping-Pong, pero el coste de fabricación era elevado para la época, unos 50 dólares, y su precio de venta unos 100, aunque pese a todo vendimos unas mil unidades», recordó Baer.

«Behind the Screen» («Detrás de la Pantalla») recoge los principales hitos y objetos de la historia de la imagen, donde no podía faltar una de sus últimas y más populares apariciones, los videojuegos, recogidos en un área interactiva denominada «Interacting with the Screen» («Interactuando con la pantalla»).