La obra ganadora de la primera edición del Premi Mallorca de
Poesia acaba de ver la luz en la colección Balanguera de la
editorial Moll. Se titula «No pas jo» y su autor es Manel Marí
(Eivissa, 1975), colaborador de este periódico y un autor que ya
tiene en su haber los premios 'Miquel Àngel Riera', el Premi
Baladre y el Premi Senyoriu d'Ausiàs Marcha. El poemario premiado
tendrá en mayo una segunda edición en la editorial Proa.
- ¿Qué ventajas tiene dos ediciones en tan poco tiempo?
-La de mayor difusión, que es a lo que aspiramos los poetas,
porque pensar en ventajas de corte económico es absurdo. Con el
volumen de títulos que sale cada año es cada vez más complicado
llamar la atención de la crítica.
-¿Qué significa 'No pas jo' en su
producción?
-Fue una apuesta con una serie de riesgos. Endurecer mucho el tono
y el reto de los octosílabos, un metro complicado que había usado
poco. Es muy crudo, directo y agresivo; pero como de agresividad
tenía una buena dosis acumulada, ya me iba bien.
-¿De qué va la temática?
-De la rabia. No es estrictamente poesía social, a pesar de que
tenga un componente claro de denuncia. Igual es el efecto del siglo
XXI, que hace que dejes de creer que puedes arreglar el mundo. Pero
como mínimo, seguir reivindicando tu derecho al pataleo, uno de los
más sagrados que existen; el derecho a la queja y, en cierta
medida, a la venganza.
-¿Cree que vuelven los 'jóvenes airados' de los 60?
-Sí, pero jóvenes y viejos. Tal y como están las cosas no se
puede ser indiferente. Hay que tener la suficiente sangre como para
sublevarse, aunque sea en el fuero más interno de cada cual.
-¿Es una tendencia de la actual poesía en catalán?
-Hay gente que está tirando por ahí. No es una cuestión de
dogmatización estilística o temática. Participamos todos de una
generación que ha experimentado sensaciones semejantes. Los últimos
acontecimientos a nivel mundial, y el enrarecimiento del clima
político de los ocho años de aznarato y de los últimos años de
González, en lo doméstico, nos ha generado un poco de mala
sangre.
-¿Es la poesía un vehículo válido para expresar la rabia?
-Sí; es un instrumento de drenaje emocional que, evidentemente,
se equipa con todo lo que uno lleva dentro.
-¿Cuál sería el lector ideal de su libro, desde esa
perspectiva?
-No acostumbro a preocuparme por los lectores; pero seguramente
cualquier lector que haya participado también de ese desencanto, de
esa rabia.
-¿Cómo ve la salud poética de Eivissa?
-La veo fantástica. Había unas islas generacionales que parecía que
impedía los relevos, pero ahora ves que en cada franja generacional
te encuentras gente que se lo toma muy en serio y está escribiendo
bastante bien.
-¿Cree que hay buena conexión
intergeneracional?
-Eso ya me parece más complicado; por la percepción que tengo
seguimos en nuestras islas.
-¿Y la relación entre los poetas en catalán y en castellano?
-No creo que sea fluida, pero tampoco lo es entre poetas de la
misma lengua.
-¿Tiene algún proyecto en marcha?
-Siempre estoy tomando notas, pero es pronto para saber si estoy en
un proyecto concreto.
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