Bajo el título «Los modos del mar ante las playas (residua)», y
en edición coordinada por Roberto Ferrer, acaba de aparecer un
libro que resume la trayectoria artística de Manuel Bouzo, gallego
de origen y residente en Eivissa entre 1972 y 1988. La publicación
coincide con la exposición titulada «Vastu», que el versátil y
polifacético artista presenta hasta el próximo 9 de diciembre en la
galería May Moré de Madrid, donde Bouzo fijó su residencia desde
que marcho de la isla. Aunque sigue teniendo relación personal y
profesional con Eivissa, pues vuelve de vacaciones y presenta a
menudo sus creaciones en la galería Van der Voort de plaça de
Vila.
En el texto que abre el volumen, Roberto Ferrer explica: «Bouzo
pertenece a una generación que hace su aparición a comienzos de los
ochenta y que, previamente en muchos casos, había buscado fuera de
España sus fuentes de inspiración antes de dedicarse plenamente a
la pintura y escultura. Artista de decantación tardía, Bouzo es un
claro ejemplo de ello, ya que antes de realizar su primera
exposición individual, a la edad de treinta y siete años, vive en
Londres e Ibiza y viaja durante largos periodos por diferentes
países de Asia».
Ferrer también aporta una breve síntesis de las etapas creativas
del polifacético artista gallego: «A partir de unos comienzos
dedicados a la escultura, Manuel Bouzo irá deslizándose
paulatinamente hacia la pintura, medio en el cual incorporará
progresivamente diferentes técnicas y materiales. Por medio de una
visión irónica de la realidad, expresada a través del constante
juego de relaciones entre los diferentes elementos que entran a
formar parte de su lenguaje plástico, sus composiciones se
enriquecen y hacen más complejas, utilizando para ello imágenes
pertenecientes en su mayoría al imaginario colectivo mediante
fórmulas y abstracciones desarrolladas según postulados
postcubistas, dadaístas o neoplasticistas (...) Bouzo abarca
diferentes campos que suele interrelacionar con acierto: pintura,
escultura, cajas e instalaciones. Es un creador que singulariza
cada detalle y que se expresa con evidente agilidad y destreza
técnica; su trabajo revela un fiel equilibrio de ejecución y una
intensidad pormenorizada que no pueden pasar inobservados.
El propio Manuel Bouzo, en el texto que da título al libro («Los
modos del mar ante las playas»), da pistas sobre su proceso
creativo: «Trabajo con residuos, restos abandonados que contienen
las huellas de sus anónimos poseedores. Restos, residuos que, al
pertenecer asimismo al imaginario colectivo, poseen también esas
memorias que el paso del tiempo les ha ido añadiendo tanto
físicamente como en nuestra mente y que, precisamente, por ese
proceso, les hacen adquirir una capacidad referencial y simbólica.
Son fragmentos de un puzzle incompleto; un puzzle que, inútil e
ingenuamente, intenta fijar el tiempo, reconstruir de algún modo un
paisaje fugitivo».
Junto a estos dos textos, figuran otros de firmas conocidas,
algunos de ellos críticos de renombre: Marcos Ricardo Barnatán,
Juan Manuel Bonet, Francisco Carpio, Joan Carles Gomis, Stephen
Hughes, Esperanza López Parada, Chus Tudelilla y Vicente Valero. El
del poeta ibicenco fue escrito en 1996, con motivo de la exposición
que Bouzo presentó en la galería Van der Voort. Titulado
«Fragmentos a su imán», decía en él Valero, entre otras cosas: «Uno
de los logros más significativos de la pintura de Manuel Bouzo
consiste en la disposición de objetos cotidianos, aparentemente
insignificantes, sobre fondos rigurosamente abstractos. La ironía
suele presidir este deliberado contaste y determina todas las
interpretaciones. Creo que éste es un signo de nuestro tiempo que
Bouzo ha sabido comprender desde el principio de su carrera: no se
puede emprender una aventura de alcance metafísico sin cierto
sentido del humor».
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