La Sala de Cultura de «Sa Nostra» acogerá a las 20,00 horas la
inauguración de una exposición de Antoni Pomar, que estará abierta
al público hasta el próximo día 30. Para la ocasión el veterano y
reconocido pintor ibicenco ha seleccionado «20 cuadros, entre
pasteles, óleos y dos grandes acrílicos; la mayoría pintados este
verano», explicó ayer a este periódico. «No pinto diariamente; a
veces me tomo un tiempo para revisar apuntes y ordenando cosas; es
decir, adelantando el trabajo de cocina, digamos», precisó Pomar,
quien a sus 76 años, y tras superar un serio problema de salud, «me
encuentro en forma, y con ideas para seguir con lo que más me
gusta, pintar», añadió.
Con una trabajo creativo en el que incorpora una clara
narratividad, Pomar sigue alternando la pintura de estudio con la
del aire libre. «Tengo una modelo y trabajo en el estudio, pero me
gusta salir a la calle; pues aunque ya tengas una idea previa del
cuadro que buscas, al enfrentarte a la realidad, ella se impone y
tienes que transformarla según tu saber y entender. Ese el es hecho
artístico, finalmente», precisó.
Los cuadros, y una gran «sanguina» en papel de caballos al
galope ocupan las dos salas de este espacio cultural de la calle
Aragón. Una obra con la impronta del conocido estilo de Antoni
Pomar, un impresionismo de fuerte pincelada en el que se refleja un
sabor fuertemente mediterráneo, con predominio de los temas
marinos. «Hay alguna obra de tema rural, pero pocas. He pintado
sobre todo cosas de sa Caleta y alrededores, que es donde tengo el
estudio. Pero esta vez no he podido salir por ahí por problemas de
transporte. Antes lo hacía con un amigo, que murió, o con el coche
de la modelo, que ha vendido», lamentó el pintor.
Una de las singularidades de algunas de las pinturas de esta
exposición es el afán de Pomar de captar el tiempo de la acción en
su desarrollo completo. «En algunos de los cuadros pinto el pasado,
el presente y el futuro. Capto, digamos, el desarrollo de la
acción, lo que le da a la obra un vigor extraordinario. Incluso a
veces procuro pintar el aire, la mejor forma de que la obra
respire. Es lo que hacía Velázquez, que sabía captar tan bien la
atmósfera del ambiente», apuntó.
Y siempre atento al protagonismo del color, una de sus bazas
reconocidas. «El color es energía y hay que procurar regularla
según pida el cuadro. A veces acentúo el color de algún elemento
fundamental y lo apago en elementos secundarios que no precisan
tanta relevancia. Todo es cuestión de saber combinar bien los tres
colores básicos, el rojo, el amarillo y el azul», concluyo.
En la pintura de Antoni Pomar rara vez aparecen paisajes
urbanos, algo que el propio artista reconoció ayer. «Es verdad; la
razón es que, normalmente no encuentro casi nada urbano que llame
mi atención para poder pintarlo». Pero en esta ocasión hay un
cuadro vertical que llama la atención en el conjunto por recoger
una escena urbana, claro que de un contexto ibicenco tradicional:
«Es un callejón de sa Penya en el que se ve al fondo la Catedral.
No lo había pintado nunca, pero ahora si ha habido una atracción
para hacerlo», afirmó.
Antoni Pomar Juan (Eivissa, 1927) ejerció durante muchos años la
docencia en la Escola d'Arts i Oficis. En 1962 fundo el Grup Puget,
con Vicent Calbet, Ferrer Guasch y «Portmany», que duró sólo dos
años. Tiene en su haber varios premios, como el Fèlix Costa del I
Salón Internacional organizado por la galería El Corsario (1961);
la Medalla de Plata de la I Exposició Internacional de Pintor
d'Eivissa (1971); el premio Tito Cittadini del XIII Certamen
Internacional de Pintura de Pollença (1963); entre otros
reconocimientos a su trayectoria.
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