El Premio Príncipe de Asturias de las Artes reconoció ayer, por
primera vez en sus 25 años de historia, al mundo de la danza
clásica con la concesión del galardón a la mítica Maya Plisetskaya,
por hacer de esta disciplina «una forma de poesía en movimiento», y
a la joven Tamara Rojo, por su «madurez interpretativa».
El jurado reconoció en ambas su «excepcional trayectoria en el
mundo de la danza, en el que son reconocidas como la más alta
expresión de sus generaciones respectivas» y, en el caso de
Plisetskaya, el haber sabido conjugar una «exquisita calidad
técnica con la sensibilidad artística y humana, ejerciendo su
magisterio sobre bailarines jóvenes y consagrados del mundo
entero». De Tamara Rojo, el jurado destacó una «combinación
incomparable» entre la mejor tradición clásica y la exigencia de
superar nuevos retos, «prueba de una madurez interpretativa que le
otorga una posición de privilegio a los más relevantes
escenarios».
«Estoy muy emocionada y muy orgullosa, pero sobretodo muy
contenta por la danza española», señaló Tamara Rojo nada más
conocer la noticia en Seúl, donde se encuentra de gira con el Royal
Ballet de Londres, compañía de la que es primera bailarina. Tras
señalar que este galardón puede ser un revulsivo para la danza
clásica española, reconoció que por su juventud no se esperaba este
galardón que dijo haber recibido con «mucha alegría». «Enorme
alegría, totalmente inesperada» también fueron las primeras
palabras de la coreógrafa y bailarina Maya Plitseskaya al conocer
la noticia en París.
La coreógrafa, que el próximo 20 de noviembre cumple 80 años,
dijo que el Premio Príncipe de Asturias en su «mejor regalo de
cumpleaños» y una «magnifica obertura» para los festejos del mismo,
que culminarán con un gran homenaje en el Teatro Bolshoi de Moscú.
Plisetskaya está considerada como una de las más importantes
bailarinas del siglo XX, y fue primera bailarina del Ballet Bolshoi
de Moscú y directora del Ballet Clásico Nacional de España de 1987
a 1990. Nacida en Moscú en 1925, y nacionalizada española en 1993,
se hizo mundialmente famosa con sus interpretaciones de «El cisne»,
con música de Saint-Saens y coreografía de Mijaíl Fokin, y «El Lago
de los Cisnes», de Piotr Chaikovski, y en los últimos años se ha
dedicado con mayor profusión a impartir clases.
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