El II Festival del Mar ha contado con la presencia de varios
realizadores, entre ellos Elena García Tamés, que ha presentado su
cortometraje «Nada personal», una historia con mensaje: «El de cómo
nos dominan las pasiones y cómo nos pueden llevar a hacer cosas que
jamás habríamos pensado», explicó ayer a este periódico la
realizadora asturiana de 30 años. «Somos esclavos de nuestras
pasiones, que pueden resultar peligrosas, pero al mismo tiempo son
las que aportan intensidad a la vida; sin ellas, la cosa sería
bastante aburrida», añadió.
Periodista de profesión y con experiencia en televisión, García
Tamés tiene ya en su haber dos cortometrajes «y pico»: «porque en
un festival seleccionaron uno de mis cortos y el premio era rodar
otro en tres días, con actores que participaban en el encuentro. Yo
tuve a Nancho Novo». En cuanto a «Nada personal», está basado «en
experiencia de gente próxima. Somos un poco cleptómanos, aunque
luego eres tú quien da forma a lo que buscas expresar».
En cualquier caso, afirmó que el formato de cortometraje le
resulta más bien escaso para sus aspiraciones expresivas. «Ya tengo
ganas de pasar al largometraje, porque el corto se me queda corto.
Éste tuve que limar mucho y al final se quedó en 18 minutos. Es un
género que tiene una estructura específica, pero yo necesito más
metraje para lo que quiero decir; una estructura que me permita,
con poco presupuesto, grabar en los tiempos muertos que me deja el
trabajo de comer».
Trabajos alimenticios que en el caso de Elena García Tamés se
concretan en ser profesora de realización y de postproducción en el
Centro de Imagen y Sonido de Loreña (Asturias), «además de algún
artículo que otro para revistas, porque también me encanta mi
profesión», subrayó la periodista y cineasta, quien se mostró
entusiasta sobre el Festival en su primera visita a Eivissa. «Me ha
resultado interesantísimo, y creo que tiene mucho mérito lo bien
que está organizado. Se tiende cada vez más a la especialización en
muchos campos, y está muy bien centrarse en una temática concreta
para que la gente interesada tenga material de buen nivel para
elegir», concluyó.
El Festival bajó ayer el telón bien entrada la noche con una
fiesta en el hotel Pachá, tras la entrega de premios (que mañana se
hará pública en estas páginas) y la proyección de «Un amour a
taire» (Un amor que ocultar» (Francia, 2004), de Christian Fauré,
una interesante historia sobre la represión nazi de homosexuales;
estreno mundial en festivales.
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