La secretaria de Estado para la Cooperación Internacional, Leire
Pajín, inauguró ayer el pabellón español en la Bienal de Arte de
Venecia, a la que el artista catalán Antoni Muntada, comisariado
por el ibicenco Bartomeu Marí, ha llevado un proyecto que cuestiona
el proceso de producción artística. El de España es uno de los 31
pabellones nacionales que se ubican en los Jardines de la Bienal,
donde ayer se abrió oficialmente la 51ª edición del prestigioso
certamen, que estará abierto al público hasta el 6 de
noviembre.
La instalación central Muntadas ha llevado a Venecia, titulada
«On Translation: I Giardini», pretende crear ambientes que pueden
ser interpretados por el espectador de diversos modos, pero están
siempre relacionados con el entorno de la muestra. En la sala
central del pabellón ha colocado una suerte de sala de espera, con
hileras de asientos, monitores, cajas de publicidad luminosas y
teléfonos a través de los que se escucha información en varios
idiomas sobre los Jardines y los pabellones. Estos, a juicio de
Muntadas, se han convertido en una especie de parque temático del
arte, que también podría ser visto como una agencia inmobiliaria
dada la voluntad de cada país de estar representado con un espacio
en el certamen por cuestiones de proyección y prestigio.
La secretaria de Estado de Cooperación Internacional subrayó que
el proyecto destaca «las ausencias» de diferentes países
«marginados» en el certamen, lo que «nos ha de cuestionar nuestra
propia consideración de lo internacional». Subrayó también la
«lectura crítica de la contemporaneidad» que representa la obra, en
forma de «una llamada de atención» sobre los actuales modelos de
producción cultural. Asimismo, mostró su satisfacción por el hecho
de que la Bienal esté en esta edición dirigida por dos mujeres y
ambas españolas, María de Corral y Rosa Martínez, y expresó su
convencimiento de que el evento sea «una ventana a la creatividad
española».
Durante la inauguración, Muntadas agradeció el respaldo recibido
y destacó el carácter «colectivo» de su proyecto, que sigue la
línea que inició en 1995 con una serie de trabajos sobre la
codificación de fenómenos culturales. En un panel, muestra imágenes
de los 31 pabellones nacionales que se encuentran en los Jardines y
su evolución en el tiempo, mientras que en el lado opuesto hace un
listado de la larga lista de países ausentes. «No se trata de una
crítica, sino de plantear una cuestión, y es la de que vivimos en
un mundo traducido en el que todo es mediación», precisó el
artista, quien encuentra «obsoleto» a los pabellones
nacionales.
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