Arriba, en pirámide invertida, una muestra de arte conceptual de Josep Vallribera, con la prensa como soporte y símbolo de la fugacidad del tiempo y su peso fatal en la vida del hombre. Abajo, su obra «Hello Mr. Cage», en la que Vallribera (derecha) y Tony Moore, músico y colaborador del artista catalán, rinden un singular homenaje al músico americano de vanguardia.

El Museu d'Art Morera de Lleida acoge hasta el próximo 5 de junio una amplía exposición antológica de Josep Vallribera titulada «Crida al risc». La muestra está realizada en colaboración con el Ludwig Museum de Coblenza (Alemania), donde será presentada el próximo año. La exposición recoge las distintas facetas creativas de este pintor, fotógrafo y artista conceptual, nacido en 1937 en Juneda (Lleida) y residente durante muchos años en Eivissa, isla con la que nunca ha perdido el contacto y a la que vuelve de vacaciones una o dos veces al año.

El crítico catalán de arte Joan Gil es el autor del texto del catálogo de la muestra, en el que analiza y reflexiona sobre el amplio, complejo y fértil camino creativo de Josep Vallribera: «Pintura, escultura, dibujo, grabado, fotografía, acciones... configuran un todo indisoluble, entendiendo que todas estas disciplinas conforman un amplio abanico expresivo en su hilo creativo. La relación interdisciplinaria se mantiene como aglutinante de su apología, creando nuevas formas de entender la actitud vital que las conforman. Así, aparecen obras que difícilmente podríamos clasificar en una práctica artística por su razonamiento y factura».

Que el primer contacto con el arte de Vallribera fuera con la fotografía (su padre era fotógrafo), es un factor que Gil cree determinante, pues «le dio una visión muy peculiar de cómo captar -con sentido crítico- las imágenes más sugerentes. Escenas cotidianas, paisajes urbanos, naturaleza y cabezas configuran la temática más utiliza por el artista. Son momentos captados de una realidad emergente, en los que el artista se preocupa por testimoniar el tiempo real, un intervalo efímero que se escapa para siempre. Josep Vallribera, consciente de que todo está vivo y de que todo se mueve, desea inmortalizar aquellos instantes fugaces vividos con intensidad: su obra deja testimonio y materializa el lapso. Imágenes que en la mayoría de los casos manipula incorporando dibujo, pintura o texto».