Tiene aspecto de bohemio ilustrado y curtido por la vida. Nada
extraño, ya que Gerry Clark presenta una biografía rica en
aventuras, la mayoría de ellas en torno al arte, y algunas
realmente curiosas para ser recogidas en un libro. Labor que, sin
ir más lejos, podría ser una interesante propuesta para su hijo
Ben, poeta, narrador y actor, más conocido en la isla que su
progenitor, a pesar de que éste lleva residiendo en Eivissa desde
mediados de los 80. Recientemente, su nombre ha aparecido en los
medios como ganador con una escultura del Quijote de uno de los
premios de la primera convocatoria del Premi Artesania del Fang
Joan Daifa que ha convocado la Conselleria de Cultura con notable
respuesta, tanto de creadores de la isla como de otras autonomías
del país.
Sin embargo, desde que se estableció en la isla, Gerry Clark no
ha dejado de crear en el campo de la cerámica (sobre todo) y
también en la pintura. «En la isla tengo varias salidas para mi
trabajo; hago piezas para turistas que vendo en el mercadillo de
Punta Arabí, algo básico para la supervivencia. También vendo
piezas privadamente en algunas tiendas y en mi propia casa de Santa
Gertrudis, donde tengo el taller, el almacén y también un buen
número de obras desplegadas por el jardín», explicó a este
periódico. Pero en cuanto exposiciones en galerías, su trayectoria
en la isla es más bien corta. «He hecho un par de exposiciones,
pero hace ya tiempo; una fue en la sala que tenía «la Caixa» en
Vara de Rey; y alguna muestra colectiva. Creo que ahora que cumplo
60 años es el momento de que la vertiente artística se imponga
sobre la comercial; por eso me apetecería hacer una exposición
conjunta de cerámica y pintura. A ver si me pongo a ello un día de
estos», afirmó.
La biografía de Clark senior es rica en movimientos hasta que
decidió quemar las naves en esta isla mediterránea. «Estuve un
tiempo en la Royal Navy cuando era joven, pero dejé la Marina por
pintar; en los valles de Gales, de donde soy natural y en la zona
industrial del sur. Mi primera esposa era ceramista y eso motivo
que empezara a interesarme en las tres dimensiones del arte; así
que la cerámica fue desplazando poco a poco a la pintura».
Su deseo de venir a vivir a España fue para pintar. «Con tal
propósito me instalé en Altea a principio de los 80, pero las
circunstancias a veces te obligan a cambiar de rumbo», recordó.
Unas circunstancias que a veces resultan sorprendente: descubrió
Eivissa por culpa de una profecía de Nostradamus que decía que,
desde Sicilia, una ola gigante arrasaría el Mediterráneo
occidental. Y allá que se fue a buscarla en barco con unos amigos.
«Estuvimos tres días esperándola y no vino», apuntó decepcionado.
Pero a él y a sus amigos les gustó la isla; y con el barco se
quedaron por aquí 18 meses, «haciendo vida de hippy, marinero y
artista». Más tarde, sobre el 86, dejaron el barco en Amsterdam,
Gerry Clark volvió por su cuenta a Eivissa «y decidí quedarme a
vivir trabajando con la cerámica», explicó este polifacético
artista autodidacta.
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