La figura y personalidad de Bartomeu Escandell (Eivissa,
1902-1976) podría dar, con mucho, para una película de alto interés
artístico, humano y sociológico: por lo que tiene de personaje
único e irrepetible en la Eivissa de principios del siglo XX. Un
personaje que se hizo a sí mismo a partir de unos orígenes humildes
en el barrio de sa Penya, pasando por una educación en el seminario
con intención de ejercer el sacerdocio (era una de las salidas
«naturales» de las familias con varios hijos y pocos medios) y
descubriendo en su adolescencia una vocación irrenunciable de
«artista», a la que contribuyó la comprensión y el aliento de los
Tur de Montis, la familia de Luis Llobet, que en su casona de Dalt
Vila acogieron los primeros pinitos del cantante y bailarín
ibicenco.
Una vida fascinante a la que Llobet rinde homenaje en «Escandel,
la vocación de un artista», un exquisito volumen (bilingüe:
castellano e inglés), como todos los que publica este miembro de
una de las familias ibicencas de más solera y tradición. Una
edición de 350 ejemplares numerados realizada en Valencia que ya
está a la venta en las librerías de la isla. La parte biográfica,
relatada con nostalgia y admiración por el personaje, está dividida
en tres partes tituladas «Xumau», «Escandel» (con una sola «l»; que
tal fue el nombre artístico que eligió para andar por el mundo) y
«Bart» (abreviatura de «Bartomeu», aunque ahora recuerde más a «Los
Simpsons»; por el «enfant terrible» de la estrafalaria familia
norteamericana que retrata la serie televisiva, ahora en Antena
3).
En la primera parte, Luis Llobet cuenta los primeros pasos del
protagonista en su isla natal, hasta que a los 17 años, «y sin un
duro» decide marchar a Barcelona para buscar fortuna e intentar
abrirse camino en el mundo de las variedades, tan mal visto
entonces por la sociedad «decente». La segunda parte se centra en
la vida artística de Bartomeu Escandell, que tuvo un padrino
notable en sus inicios: Antonio Alcaraz, un joven bailador de
origen andaluz «que lo introdujo en el mundo del espectáculo y con
el que siempre mantuvo una estrecha amistad», según apunta Llobet.
Barcelona, Madrid, París, Londres y otras ciudades inglesas, así
como varias alemanas (tuvo incluso problemas con la Gestapo por
ayudar a un amigo judío) fueron etapas importantes en su
trayectoria artística. En cuanto a la tercera parte («Bart»),
Llobet relata la vuelta de Escandell a Eivissa, sus inicios en el
mundo de las antigüedades; el desarrollo de otra de sus vocaciones,
la pintura; los viajes por varios países en busca de piezas y
material que luego vendía en su casa de sa Penya (a algunos de
tales viajes le acompañó algún miembro de la familia Tur de Montis,
incluso el propio Luis Llobet), y el ocaso de su vida, entre amigos
y familia, hasta su muerte en 1976 a la edad de 74 años. «El 3 de
marzo de 1976 fue un día triste. Temprano me enteré de su muerte.
Se desplomó abatido por un fallo cardíaco, y cayó desde el último
peldaño al fondo de la escalera y allí lo encontró su hermana
Elvira cuando, recién salido el sol, fue a abrir la puerta de la
casa», precisa el autor.
Mención especial merece la cuarta parte del volumen, el «Àlbum»
de su vida artística, que fue rellenando con mimo y detalle. A su
muerte, una de las hermanas de Escandell lo regalaría a la familia
Tur de Montis. Está reproducido casi en edición facsímil y tiene un
evidente sabor «kitsch» acentuado por la nostalgia. Sin olvidar la
última parte, que reúne una surtida colección de «Fotografías del
artista», sólo él o con algunas de las parejas que le acompañaron
en su carrera.
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