Uno de los autorretratos que Pepe Cañabate presenta desde mañana en la Sala de Cultura de «Sa Nostra».

La Sala de Cultura de «Sa Nostra» acogerá a las 20,00 horas de mañana miércoles la inauguración de la exposición «Autoretrats», de Pepe Cañabate, que estará abierta al público hasta el próximo 12 de mayo. La muestra del reconocido fotógrafo mallorquín se corresponden con la publicación del volumen número 16 de la Col·lecció Fotògrafs a les Illes, que le dedica la entidad.

Cañabate es un valorado operador de laboratorio especializado en el tiraje manual en blanco y negro al que muchos fotógrafos confían sus imágenes. Aunque eventualmente trabaja en el campo comercial también ha desarrollado una obra personal y creativa de interés que ha sido reconocida con varios premios, como el Ciutat de Palma de Fotografia'89 o el de la mejor colección del mismo galardón en 1990. Tiene en su haber dos exposiciones individuales y varias colectivas.

La serie de autorretratos que ahora llega a Eivissa «recuerdan a espectros, fantasmas, imágenes irreales de sí mismo fruto de alucinaciones o del efecto de las drogas. Estas fotografías no buscan fijar o definir su persona; no son un instrumento de auto descubrimiento, sino todo lo contrario. Su rostro aparece fragmentado, disperso, movido, difuso, deforme; se desdobla y parece que quisiera disolverse en la obscuridad. De esta forma, Cañabate transporta al espectador a un mundo oscuro, extraño, tremendamente introspectivo, en una metamorfosis incensaste y plena. Un mirarse a uno mismo que tan sólo conduce a la duda, a más enigmas y a la extrañeza existencial», según escribe Xisco Bonnín en el texto del mencionado libro-catálogo que acompaña a la muestra.

Los autorretratos de Pepe Cañabate buscan nexos de unión con las vanguardias históricas, el expresionismo, cubismo y con fotógrafos del entorno surrealista, como Man Ray, Raoul Ubac o André Kerstész. Un trabajo próximo al desasosiego de George Bataille, quien (según Didi-Huberman) «quiso luchar de todas las formas posibles contra la figura humana. Descomponer las formas tradicionales del antropomorfismo, exasperar toda imagen humana para destruir mejor la idea y, con ella, la tradición cristiana iconográfica del mismo antropomorfismo divino».