El pleno del Ayuntamiento de Eivissa del pasado jueves aceptó la
donación de la Casa Broner de sa Penya por parte de su propietaria,
Gisela Strauss Broner, viuda del prestigioso arquitecto y pintor
alemán fallecido en 1971. A cambio, los servicios sociales del
Consistorio la seguirán atendiendo en su propio domicilio, como
vienen haciendo desde hace algún tiempo. El inmueble acogerá
actividades culturales más una Fundación dedicada a la memoria de
Broner, quien la construyó en 1960, tras instalarse en Eivissa,
donde durante una década desarrolló una intensa actividad
artística, profesional y social.
Erwin Broner y su esposa Gisela compraron el terreno de esta
travesía de sa Penya, en el que existían los restos de una antigua
construcción , después de haberse instalado definitivamente en la
isla. Ubicado al pie del baluarte de Santa Llúcia, el arquitecto
utilizó este edificio de dos plantas para trabajar durante 11 años,
concretamente hasta su fallecimiento, ocurrido casualmente el 15 de
octubre de 1971 en su Alemania natal, donde había acudido para
visitar su hermano.
En el estudio, ubicado en la planta baja, Erwin Broner trabajó
como arquitecto y como pintor, actividad esta última que desarrolló
en el marco del Grupo Ibiza 59, del que fue miembro fundador junto
a Erwin Bechtold. Socialmente, Broner tomó parte activa en la
concienciación ciudadana que, opinaba, debía transmitirse a la
población respecto de los cambios que empezaba a experimentar la
isla en la década de los 60. «Estamos muy preocupados por el actual
desarrollo de Eivissa, y pensamos que se ha de hacer cualquier cosa
inmediatamente para salvar sus valores arquitectónicos y
paisajísticos más valiosos, antes de que se pierdan o sean
destruidos por la ignorancia o la estrechez de ideas de los
intereses materiales», escribió en 1965.
En la construcción de su casa de sa Penya, Broner aplicó los
cinco puntos de la arquitectura moderna preconizados por Le
Corbusier en 1929: construcción sobre pilares, planta libre,
ventana corrida, utilización de la cubierta como solárium y uso de
la policromía, tanto en el exterior como en el interior. Según el
monográfico que el Col·legi d'Arquitectes le dedicó en 1994,
reeditado hace dos años como libro con más documentación, reflexión
y material gráfico, se resumen las premisas características de la
obra del arquitecto:
En primer lugar, «los planos, que definían las líneas generales
del proyecto; después, a medida que la obra avanzaba, la definición
exhaustiva de todos los detalles (también el mobiliario), siempre
utilizando recursos sencillos que se adaptan a las posibilidades
existentes entonces en Eivissa y reiventando, a veces, elementos de
la arquitectura tradicional». En cuanto a la Casa Broner en
concreto, dicho trabajo puntualiza: «Alejada por igual del
mimetismo pseudo-historicista y de una utilización del racionalismo
como repertorio de soluciones estereotipadas, el proyecto es fruto
del entendimiento del proceso histórico como un continuum en que,
junto a unas constantes, cada época y también cada lugar tiene su
propia expresión arquitectónica».
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