André d'Epinoy, fallecido hace dos años, junto a su vieja amiga Ingrid Micus, esposa de Eduard Micus.

El Espacio Micus acogerá de 17,00 a 21,00 horas de mañana sábado la inauguración de una exposición homenaje a André d'Epinoy, que estará abierta al público hasta diciembre (sólo domingos, de 11,00 a 14,00 horas; o por cita telefónica: 971 19 19 23). La muestra reúne unas 25 obras de este pintor francés fallecido hace dos años, quién desde 1964 residía en Santa Gertrudis. «Antes de llegar aquí habíamos probado por todo el mundo, sobre todo por muchos sitios con sol, pero nada nos gustaba lo suficiente como para establecernos, hasta que descubrí Eivissa y terminé enamorándome de ella. Fue como un flechazo», aseguró el artista en 1999 a este periódico, con motivo de la exposición que presentó entonces en la galería El Libro Azul.

Nacido en París en 1924, André d'Epinoy se trasladó en 1941 a Estados Unidos, donde sirvió en las Fuerzas Armadas entre 1943 y 1946, graduándose en la Universidad de Iowa en 1951. Su formación pictórica la completó en la Escuela de Bellas Artes de San Francisco y en la Liga de Estudiantes de Arte de Nueva York, donde tuvo como profesor a George Grosz. Desde que en 1954 expusiera por primera vez en el Village Art Center, su trayectoria artística le llevó por muchos espacios y ciudades, acumulando premios y exposiciones antes de instalarse en la isla, donde mostró su obra en varias ocasiones, incluido el Museu d'Art Contemporani d'Eivissa (MACE), espacio en el que mostró su obra una vez al año entre 1982 y 1985.

Formado dentro del movimiento del expresionismo abstracto norteamericano, d'Epinoy notó un cambió en su pintura al instalarse en la isla. «Antes de venir a Eivissa era más clásico, dentro del movimiento abstracto, claro; pero desde que llegué todo se volvió más luminoso. Pasé de lo que considero mi periodo serio al que podría llamar mi época del divertimento», aseguró en la citada entrevista un artista para quien la pintura era «todo», y que siguió desarrollando su arte hasta el final de su vida. «A los 65 años pensé que ya era tiempo de retirarme, pero fue imposible, quería seguir disfrutando de la vida, algo que para mí se basa principalmente en seguir pintando; así que no lo voy a dejar mientras tenga fuerzas para ello», aseguró rotundo.

La relación de André d'Epinoy con los grandes maestros del expresionismo abstracto americano fue singular: «Pollock, De Kooning, Rothko y Kline se reunían en un bar de Nueva York y yo pegaba mis narices en la ventana para verlos, pues eran como dioses para mí. Más tarde los conocí, y no es que los frecuentara mucho, porque no estaban interesados en los principiantes, pero fue algo muy significativo en mi biografía», reconoció. «Mi influencia son la de esos nombres, pero la mayoría eran muy depresivos, cosa que yo no soy en absoluto. Así que fui aligerando mi pintura dándole un toque naive, digamos, al que los críticos suelen poner el adjetivo de lírico. En cuanto adripping de mis cuadros, eso me vino directamente de Pollock, que era un maestro en lo del goteo, salpicando toda la tela con esa fuerza que tenía cuando entraba en sus conocidos trances estéticos».

Sobre la obra de André d'Epinoy, el crítico alemán Eckhard Neumann escribió el texto «A touch of New York in Ibiza», en el que precisaba: «Su creación refleja en una forma casi pura las tradiciones de las escuelas clásicas de Nueva York, sobre todo la del expresionismo abstracto y la de los campos de color. De la combinación de estos dos estilos de composición heterogéneos nace poco a poco una inspiración excitante, que no deja de ser lírica, a base de elementos lineales y de goteo que se agrupan en una nueva estructura del espacio pictórico, cuya característica está en la vibración de los colores».

Las obras que se presentan a partir de mañana en el Espacio Micus, la mayor parte propiedad de la viuda de André d'Epinoy, estarán a la venta.