«La práctica filosófica tiene diversas ramas, una de ellas es el
asesoramiento filosófico y otra el desarrollo de una serie de
productos y servicios para transmitir la filosofía en otros
soportes». Con estas palabras, Gabriel Molina resumió a este
periódico los campos de acción de una actividad poco conocida en
sus posibilidades potenciales de ayuda al individuo contemporáneo,
aunque en el mundo anglosajón lleva en marcha más de 25 años, con
congresos internacionales incluidos. España va incorporándose poco
a poco a esta práctica. Así el pasado junio tuvo lugar en Sevilla
el primer congreso de habla hispana de asesoramiento filosófico, y
la capital andaluza acogerá el año que viene un congreso
internacional sobre esta materia.
Ibicenco de nacimiento y licenciado en Filosofía por la
Universidad de Valencia, Gabriel Molina lleva un tiempo ya
intentando aplicar en su isla este tipo de terapia, distinta de la
de tipo psicológico. «Lo nuestro es una consulta entre una persona
que quiere más en su vida y piensa que la filosofía le puede dar
algo a través de un asesor filosófico que le enseñe qué tiene la
filosofía para que la persona pueda nutrirse; y también para
problemas que no llegan a ser patologías, o problemas psíquicos
concretos. Por ejemplo, si la persona se siente insatisfecha, ha
perdido el rumbo de su vida, tiene algún problema concreto de
pareja, familia o trabajo y cree que no es necesario ir a un
psiquiatra o psicólogo, pero sin embargo necesita alguien que le dé
otros puntos de vista y le haga reflexionar sobre su propia
filosofía personal».
Las iniciativas que Molina tiene entre manos en estos momentos
son variopintas, y algunas realmente curiosas: «Estoy diseñando un
juego de mesa para que los alumnos de Secundaria aprenda filosofía
de una manera lúdica. Es un mapa tipo Risk sobre el que vas pasando
una serie de pruebas que empiezan en Grecia, va pasando por la Edad
Media, la Edad Moderna y hasta el siglo XX. Estoy en proceso de
diseño y ejecución del producto; luego hablaré con un inspector del
Ministerio para que me oriente a ver si alguna editorial está
interesada en publicarlo para la enseñanza secundaria», explicó.
«También tengo una bolsa de pensamientos, para que en la
interacción con el juego se desarrolle la capacidad de reflexión
para hacer personas más autónomas; además, estoy preparando una
agenda para todo el año con una serie de citas que pueden ir
nutriendo la mente, aparte de las que uno pueda poner de su parte»,
precisó el asesor filosófico.
Y no acaban aquí las sugerencias de Gabriel Molina para la
temporada que empieza: «Como actividades directas y prácticas, este
año vamos a hacer algún curso de asesoramiento filosófico en
Eivissa, y queremos poner en marcha también algunos cafés
filosóficos en algún bar. Pero esto ya lo anunciaremos a su debido
tiempo, cuando el tema este atado».
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