Actor versátil donde los haya, Jeff Bridges recibió ayer el
tercer premio Donostia del Festival Internacional del Cine de San
Sebastián, tras los entregados a Woody Allen y Anette Bening.
Bridges llegó el jueves por la tarde a Donosti con cara de pocos
amigos, pasó como una exhalación por entre los fotógrafos y se
metió en el hotel.
Pero horas más tarde paseaba con su esposa por la ciudad y habló
con un pequeño grupo de periodistas. «Pienso que las películas hay
que apoyarlas y por eso las promociono, aunque a veces me siento
como un animador de feria que intenta atraer al público a su
espectáculo. En Estados Unidos hago promoción, pero es raro que
viaje, y mucho más que salte el charco, debido a mis desórdenes del
sueño que me han hecho sufrir mucho en el pasado», explicó un
Bridges alegre y dicharachero que se entretiene con los periodistas
hasta aprender a pronunciar correctamente la palabra y la escribe
fonéticamente para no olvidarla.
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