Los norteamericanos que cerraron la muestra demostraron una altísima calidad y profesionalidad. Fotos: KIKE TABERNER

Colofón de lujo, el trompetista norteamericano viajó hasta Eivissa junto a su formación más reciente, RH Factor, un conjunto perfectamente engrasado y cuyos integrantes dejaron claras evidencias de su categoría como músicos a lo largo de las dos horas que estuvieron sobre el escenario.

La velada dio comienzo con la presencia en el baluarte del trío de José Alberto Medina, grupo barcelonés que acaba de editar su primer trabajo, «First Portrait». Medina, al piano, acompañado por Juan Pablo Balcázar (contrabajo) y Francisco Javier Frieri Glichrist (batería), no defraudó al público que, por momentos, iba llenando el baluarte en la última jornada de la Mostra. Ejecutor de un jazz hermoso y de gran nivel técnico, Medina apunta con su lenguaje a cotas más altas que no deberían tardar en llegar.

Finalizado este primer concierto de la noche, la pausa entre actuaciones fue aprovechada por los asistentes al concierto para ir copando los metros situados inmediatamente frente al escenario para vivir de cerca la experiencia de Hargrove con su RH Factor.

Dos baterías, dos saxofones, un bajo, guitarra y dos teclados aseguraban un auténtico espectáculo, opinión generalizada cuando Hargrove apareció, con paso lento, luciendo una camiseta con el escudo de Superman y un sombrero que desapareció enseguida y no volvió a reaparecer hasta el final del concierto. Y la intención del concierto quedó clara desde las primeras notas: un jazz potente, claramente influenciado por el funky y el soul en el que hubo tiempo para todo, desde solos espectaculares hasta momentos intimistas con la voz de Renee Neufville e incluso la del propio Hargrove como protagonistas.

Hargrove, considerado durante un tiempo como el heredero de Miles Davis (tal vez para refrendarlo, el teclista Bobby Sparks, una de las presencias más significativas sobre el escenario, lucía una camiseta con la figura del trompetista fallecido), actuó como tal en algunas fases del concierto, cediendo el escenario a su grupo para que desarrollaran, uno por uno, solos de gran alcance, destacando los ejecutados por el saxofonista Keith Anderson, los cuales lograban elevar la temperatura del auditorio una vez tras otra.

El público estaba entregado, Hargrove había cumplido con su parte del trabajo y, para remarcarlo, dejó patente su sello y su calidad como trompetista. Sus escasos 34 años, 15 dedicados a la música, han sido bien aprovechados en este sentido. Pero su correspondencia con Miles Davis continúa igualmente en la acertada elección de los músicos que le acompañan. A los mencionados hay que añadir a Jacques Schwarzbart (saxo), Todd Edward Parsnow (guitarra), Reggie Washington (bajo eléctrico) y a la potente sección rítmica, formada por los baterías Jasón Thomas y Willie Jones III (responsables de un mano a mano de alta temperatura).