El Festival Internacional de Teatro de Sitges cerró ayer su 35ª
edición con menos asistencia de público que el año anterior y con
una crisis de su modelo y de su ubicación en Sitges, ya que, en
opinión de su directora, Magda Puyo, «no puede cubrir las
expectativas» que debería generar un festival de creación
contemporánea.
Tras sus 4 años al frente del festival, Puyo condiciona su
continuidad en el puesto a la reflexión que va abrir a partir de
ahora con el departamento de Promoción Cultural de la Generalitat
de Catalunya.
Con un 2% menos presupuesto que el año anterior, un 40% menos de
público y escasa publicidad, el festival transcurre de espaldas a
la ciudad en la que se desarrolla.
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