El actor Nino Manfredi falleció ayer en un hospital de Roma, a
los 83 años, y puso fin a una generación de intérpretes que ha
marcado una época del cine italiano y europeo, la de la «comedia a
la italiana». Marcello Mastroianni, Ugo Tognazzi, Vittorio Gassman
y Alberto Sordi han desaparecido en los últimos años y ahora ha
sido Manfredi el que ha escrito la última página de esa generación
al hacer discretamente mutis por el foro, como el buen actor de
teatro, medio en el que empezó su carrera.
Nacido en 1921 en la localidad de Castro del Volsci, al sur de
Roma, Saturnino «Nino» Manfredi inició su carrera de actor en el
teatro en los años 40, para lo cual dejó abandonado su título de
licenciado en Derecho. Su primer papel relevante fue en
«L'impiegato» (1959), de Gianni Puccini, y a partir de ahí enlazó
algunos personajes que le hicieron un hueco en el corazón de los
italianos y un nombre propio del cine de la época.
En España interpretó al pusilánime protagonista de «El verdugo»
(1963) de Luis García Berlanga, una crónica negra e irónica del
país. Su última aparición en la gran pantalla también fue en
España, en «La luz prodigiosa», rodada en 2002 por Miguel Hermoso y
en la que daba vida a un hipotético Federico García Lorca que
hubiera sobrevivido a su fusilamiento en 1936. En la película sólo
pronunciaba dos frases, por lo que recurría a la mímica.
Se puso detrás de las cámaras en varias ocasiones y
ocasionalmente volvía al teatro, aunque también tuvo tiempo para
escribir, desde un libro de dichos populares romanos a uno de
nutrición, e incluso su autobiografía «Nudo d attore», de 1993.
Como algunos de los ilustres compañeros de generación, también Nino
Manfredi tendrá la oportunidad de recibir el homenaje postrero de
los ciudadanos, ya que el Ayuntamiento de Roma acogerá su cadáver
para una capilla ardiente que se abrirá hoy al público.
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