Hasta el próximo día 17 estará abierta el público en la sala de exposiciones del Ajuntament Vell de Sant Francesc (Formentera) una original muestra de collages de Fritzi Byham realizada con los materiales más heterogéneos que ha ido recogiendo en la playa durante cinco años esta peculiar artista, residente en la isla desde hace unas tres décadas.

Aunque en principio, su intención por los objetos que encontraba en las playas y rocas que circundan la isla sólo era curiosidad e interés de uso privado, la insistencia de una amiga escritora la indujo a que pensara en preparar una exposición sobre el asunto. De forma pausada Byham comenzó a elaborar unos collages de sorprendentes efectos que habitualmente decoran su vivienda, «una pequeña casita cerca de Punta Prima», que se ha convertido en su pequeño museo, que ahora, y por primera vez en su vida se atreve a mostrar ante la mirada de la curiosidad pública.

Fritzi que durante años fue educadora de jóvenes con discapacidades o minusvalías se sirve de la técnica del collage partiendo generalmente, como soporte de las obras, de tablones o trozos de madera abandonados. A partir de ahí sus creaciones artísticas tienen dos aspectos bien diferenciados y monotemáticas. Uno de ellos está formado por elementos variopintos; como un mar de esponjas y raíces de plantas marinas, o las dedicadas a restos de bidones oxidados que encontró por la playa de es Carnatge, que le han permitido hacer unas sugerentes composiciones en que el metal, de tonos sugerentes, pardos y anaranjados, se engarza como las escamas de un pescado.

En otra línea totalmente distinta Byham mezcla huesos, cubiertos, guantes, cepillos de dientes, sogas o cualquier otro elemento abandonado para crear composiciones que pese a su sencillez denotan un elaborado proceso creativo

La voluntad de la autora es que durante unos días «la gente pueda disfrutar de mis obras»; pero al mismo tiempo señala que acabada la muestra las creaciones, que no están a la venta, volverán a decorar las paredes de su casa. La única objeción que podría hacerse a Fritzi Byham es que, a pesar de sus 30 años en la isla, apenas entiende ni hay forma de entenderla ni en castellano ni en formenterés.