Edith Sommer reside y trabaja desde 1962 en Eivissa, en una casa payesa de 400 años de antigüedad en la carretera de Sant Josep.

Tras siete años sin dar señales públicas de su arte, Edith Sommer se ha decidido a presentar sus nuevas creaciones en una exposición que inaugurará a las 19,00 horas del próximo jueves 8 de abril en el restaurante del Club de Golf de Roca Llisa. Un silencio artístico que la pintora alemana residente en Eivissa desde 1962 explicó ayer a este periódico con toda naturalidad: «Como cada año soy más vieja y, naturalmente, más perezosa para ponerme en marcha, prefiero quedarme tranquilamente sentada debajo de mi limonero. Son dos amigos los que me han empujado a exponer; pero una vez que me han convencido, estoy encantada de hacerlo».

La nueva exposición de Edith Sommer la forman 30 obras nuevas, «más un poquito de retrospectiva», apuntó la pintora. «Como cambio de dirección cada 20 cuadros, he añadido un grupo de obras de otras épocas porque habrá gente que no conozca lo que he hecho antes. Pero la mayoría son trabajos del pasado año y éste realizados con acrílicos, acuarelas, tinta china y lápiz», precisó la artista, quien considera que -con todo- su pintura tiene una lógica continuidad: «Creo que lo que hago ahora es como un resumen de lo que llevo pintando durante 45 años», apuntó, cayendo en la cuenta del crecido número: «Sí, es verdad, dentro de cinco años tendría que celebrar mis bodas de oro con la pintura; y quizás también con mis divorcios», ironiza con buen humor.

Y es que Edith Sommer ha estado casada tres veces, y tiene cuatro hijos de sus matrimonios con Dieter Rosenkranz y el escritor norteamericano Clifford Irving. Con este último vivió en la isla años complejos, intensos y a veces turbulentos, como queda reflejado (en uno de sus episodios) en la película «Fake?» de Orson Welles, a propósito de una biografía no autorizada que Irving escribió del millonario Howard Hughes al principio de los 70.

A la hora de ponerse a pintar, Sommer se deja llevar por impulsos creativos a los que obedece con entusiasmo. «No busco la inspiración, es ella la que me encuentra; si quiere. Estoy sentada, sin pensar en nada y surge la idea. Hay veces que me paso cuatro o cinco meses sin pintar porque no me viene nada y no quiero repetirme. Lo que interesa es que en el cuadro haya aventura, aunque siendo consciente de que puedo fallar en el intento, no hay garantía de que siempre funcione. Pero no me importa romper lo que no me gusta, tengo sentido autocrítico y también amigos pintores que me critican muy bien; aunque lo que me dicen ya lo sabía yo antes, aunque no quisiera saberlo», precisó.