Antoni Marí Ribas, 'Portmany' falleció en 1974.

Daniel Giralt-Miracle conoce muy bien la obra y el personaje que fue Antoni Marí Ribas, Portmany, sobre quien escribió en 1977, a los tres años de su muerte, un libro fundamental en la escasa bibliografía que existe sobre este maestro del dibujo. Ante la propuesta del Grup Progressista del Consell para impulsar varias iniciativas en su honor al cumplirse en 2004 el trigésimo aniversario de su muerte, el prestigioso crítico de arte catalán se mostró rotundo a este periódico: «Lo más grave, impresentable y lamentable es que no haya pasado nada en tantos años; condenar al olvido a un personaje tan ligado a Eivissa por tantas razones, artísticas, humanas y anecdóticamente. No hay que olvidar que, junto con su creación dibujística, está su recuperación del patrimonio, aunque fuera como coleccionista, medio trapero y medio arqueólogo».

Precisamente, en 1977 Giralt-Miracle llegó a lanzar la idea de la creación en la isla de un museo internacional de dibujo que llevase el nombre de Portmany. «Reconozco ahora que la idea era un poco utópica, pero posible y adecuada, pues el dibujo es mucho más accesible y de un coste menor que la pintura y la escultura. Pero por lo menos Eivissa tiene que tener un lugar en donde, de forma permanente, se pueda mostrar la infinita obra de Portmany. Ayudaría a ver y entender a una isla lamentablemente casi desaparecida, pero cargada de personalidad y de fuerza; con esa intensidad que tiene su dibujo, prácticamente goyesca, con cuatro trazos muy bien colocados y contrastados, expresivos y seductivos», precisó con admiración el crítico catalán.

Las propuestas que presentó el Grup Progresista del Consell en el pleno del viernes (negadas por el PP, que dijo tener su propio programa al respecto) incluían la creación de una beca de investigación en torno a la figura del artista; la recopilación y creación de la colección Portmany, o incluso un museo con su nombre. También se han oído otras iniciativas, como la de dedicarle un monumento o instalar una estatua suya pintando en el Rastrillo, que era su punto habitual de trabajo.