La sede de la delegación pitiusa de la Associació d'Artistes
Visuals de Balears (AAVIB) acogerá el próximo jueves 14 un nuevo
capítulo de «El muro de la vida», una iniciativa de Rafael Bujanda
que busca la intervención de todos los interesados. «Es un cuadro
activo, un proceso de elaboración continuo, donde toda persona
puede participar en su construcción», según explicó este pintor
madrileño residente en Eivissa desde hace años.
El proceso es sencillo: «A cada persona se le entrega una pluma
con la que va a realizar, como quiera, cinco minutos de puntos
sobre una superficie blanca». «Al mismo tiempo, o una vez terminada
su participación, se le realizará un retrato a pluma sobre papel,
de tres a cuatro minutos, que la persona retratada firmará». «El
objetivo es conseguir una imagen que hayan elaborado personas de
diferentes razas, edades, clases sociales y pensamientos: poco a
poco, punto a punto, el mundo tendrá un cuadro que simboliza la
unidad».
La intención de Bujanda es hacer un «Muro de la vida» por año.
«Lo beneficios para ayudar a la ONG elegidas (la primera Unicef)
salen de la venta de la imagen del cuadro; reproducciones,
carteles, postales, catálogos y demás», explicó el artista, cuya
intención es crear una fundación que gestione este tipo de
iniciativas de carácter solidario. «Aún está en fase de trámite»,
precisó.
En 1996 Bujanda comenzó un proyecto parecido titulado «Calle de
la vida», con presos de la cárcel Alcalá-Meco, que fue seleccionado
en 2002 para el Salón Internacional del Grabado y Ediciones de Arte
Contemporánea de Madrid (Estampa). Allí empieza «El muro de las
tentaciones», que es el que ahora se está promocionando con dichos
fines solidarios y en el que participaron 488 personas de 25
países.
Rafael Bujanda (Madrid, 1957) estudió arquitectura, pero no
terminó la carrera, porque en 1977 tuvo un accidente de automóvil
que le cambió la vida. Tras superar un coma de tres meses, «y con
la ayuda de Eva, una pintora que vivía en Ibiza, descubrí que podía
dibujar con puntos, ya que con mi mano no podía trazar líneas».
«Con el tiempo descubría que había sido la mejor terapia para un
daño cerebral al borde estado vegetativo», apuntó. Así entró en el
mundo del arte, en el que ha cosechado una notable trayectoria.
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