El legendario músico cubano Compay Segundo será enterrado ayer en Santiago de Cuba, su tierra natal, cumpliendo su deseo de descansar en la cuna del son y la trova. Francisco Repilado, conocido artísticamente como Compay Segundo, falleció en la madrugada del lunes en La Habana, a los 95 años, a consecuencia de una insuficiencia renal agravada con problemas metabólicos que le provocaron un paro cardiaco. Compay, que nació en Siboney (Santiago) el 18 de noviembre de 1907, supo apurar la esencia de la bohemia santiaguera de los años 20 y 30 y codearse con los mejores músicos cubanos del momento hasta que se trasladó a La Habana, donde se consolidó como un cantante y compositor excepcional.

Más de un centenar de canciones y el armónico, un instrumento que mezcla la guitarra española y el tres cubano, forman parte del legado de esta leyenda del son, que alcanzó el éxito en la última parte de su vida y que se convirtió en superventas rondando los noventa años. Compay paseó su ingenio, su sentido del humor y su porte de caballero por los principales escenarios, incluido el Vaticano, sin perder de vista la realidad cubana y sin olvidar a los más necesitados.

Cientos de personas acudieron el lunes a rendir homenaje al «patriarca del son» en una popular funeraria de La Habana antes de su último viaje a Santiago. Su cuerpo llegó a su tierra natal en avión procedente de La Habana acompañado de Salvador Repilado, uno de los cinco hijos de Compay. Un vuelo chárter trasladó a Santiago de Cuba, unos 950 kilómetros al este de La Habana, a otras 30 personas, entre familiares y amigos, para asistir al entierro, que tuvo lugar anoche en el cementerio de Santa Ifigenia.