El próximo 19 de julio el Espacio Micus acogerá una exposición del
escultor alemán Jürgen Brodwolf, que permanecerá abierta hasta el
12 de octubre. Será la cita creativa del verano en un centro
particular que alberga la obra y la memoria de Eduard Micus, el
prestigioso pintor alemán que falleció en su domicilio de Jesús
(anexo a dicho Espacio, construido por él mismo) el 16 de noviembre
de 2000. Al frente de la gestión de tan singular y hermoso edificio
se encuentra su hija Katia, diseñadora de joyas de creación que
pueden admirarse en este espacio cultural próximo a Jesús los
domingos por la mañana, día en el que los interesados pueden
visitar el centro.
Katia Micus se reconoce en una sensibilidad artística afín a la
de su padre. «Cada vez me parezco más a él; hasta soy igual de
cabezota. Por ejemplo, me encanta recoger cosas de las playas o
materiales pobres con los que realizo mis joyas. Aunque también uso
materiales ricos, como oro, plata o piedras preciosas», explicó.
Proximidad al carácter paterno, en contraste -apuntó- con el de su
hermano Stefan, un reputado músico de alcance internacional, con
varios discos en su haber de un estilo próximo a la etiqueta «New
Age», en los cuales él mismo toca todos los instrumentos, algunos
de ellos realmente exóticos.
La formación profesional de Katia Micus comenzó en Alemania a
los 18 años. «Estudié tres años en una escuela en la que enseñan
una profesión artística. Luego estuve en Barcelona, trabajando con
una joyera estupenda, Montserrat Guardiola. Allí conocí a varios
latinoamericanos y fue donde me inicié con el castellano. Más tarde
fui a Colombia, una experiencia entre artística y humana, y de ahí
a Hamburgo, donde realicé estudios sobre diseño industrial en una
academia de arte», enumeró. «Por aquel entonces mis padres ya se
había instalado en la isla, y durante algún tiempo yo viví a
caballo entre Alemania e Eivissa; luego ya me instalé aquí
definitivamente, hace ya 18 años», añadió.
Respecto al legado artístico de su padre, una de las cuestiones
más comentadas por los admiradores de su obra y los muchos amigos
que tenía en la isla ha sido el de cuál sería el destino del
Espacio Micus, un lugar diseñado por el propio artista, con la idea
(en principio) de que llegase a convertirse finalmente en su
Fundación. Tal idea, sin embargo, no parece haber cuajado en la
familia. De momento, la única utilidad que se le ha dado ha sido la
de acoger algunas exposiciones puntuales, como la de Joan Hernández
Pijoan (el pasado verano) o la de la familia Bialas (la última
primavera). «Nunca había pensado hacer de galerista; no era mi
idea, pero poco a poco me voy metiendo en el tema, y me gusta,
aunque es un trabajo en el que todavía tengo mucho que aprender».
«Mi intención es hacer dos o tres exposiciones anuales, por Pascua,
en verano y en otoño. Puede que también algún concierto, ya
veremos».
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