Desde las reflexiones sobre el sentido de la vida de su libro,
sorprende que Germán Beltrán Intxusta (San Sebastián, 1961) haya
sido miembro de ETA, político-militar. Lo de la evolución natural
de la especie parece bien cierto en su caso. Evolución en la que
también figuran labores como la de árbitro, cineasta y una serie de
oficios de supervivencia que ha desarrollado en Eivissa, isla en la
que reside desde 1987: «Albañil, fontanero, electricista... de
todo; y en los últimos años, jardinero». Vive en Sant Joan, «un
lugar que en pleno agosto no se nota que es Eivissa», afirmó. Como
le ha sucedido a tanta gente, fue una historia de amor la que le
empujó hacia la isla, y sigue en ella «fundamentalmente por mi
hija, a la que estoy muy unido».
La actualidad de Germán Beltrán es un libro, «Liberación»,
editado por él mismo. «Es el resultado de doce años de estar con
maestros, de hacer mil cursillos, sobre todo en la línea budista,
con lamas tibetanos. Hace tiempo que tenía intención de escribirlo,
pero no quería expresar conocimientos, erudición, porque ya hay
muchas obras en esa línea; por eso esperé hasta que hubiera en mí
una voz viva de expresión», explicó.
De su pasado, hay varias etapas significativas. En 1978 fue
árbitro de fútbol, llegando a hacer de linier en primera división
con Emilio Guruceta. «Recuerdo esa época con mucha ilusión; sólo
llegue a arbitrar Preferente, pero hice dos veces de linier con
Uruceta, y mi actuación resultó determinante gracias a un fuera de
juego». A los 16 o 17 años se hizo militante de ETA
político-militar y en 1981 se ve obligado a exiliarse en París.
«Teníamos un componente más revolucionario que nacionalista». Tras
su disolución en 1982, volvió a España y fue absuelto por la
Audiencia Nacional de todos los cargos que se le imputaban.
«Siempre tuve la determinación y la claridad de que no iba a matar
ni hacer daño físico a nadie. A nivel de acción me toco la última
etapa, en la que apoyábamos el Estatuto de Guernika; y aunque había
acciones armadas, no eran sangrientas», apuntó.
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